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Adrien tenía la vista fija en aquel plato de guisantes con carne, del otro lado de la mesa estaba aquel hombre con el que se negaba a hablar, ¿cuándo había sido la última vez que habían comido en la misma habitación? Eso ya no importaba, si la relación con su padre ya de por si era complicada, gracias a aquella discusión de hace unos días la forma de tratarse de ambos había cambiado por completo.

Adrien que antes insistía y pedía pasar tiempo con su padre, ya no lo hacía, con mucha suerte se dignaba a verlo. Gabriel por su parte siempre lo miraba, no con esos ojos severos de siempre, no, ahora lo miraba con tristeza, como si quisiera disculparse, pero no lo iba a hacer, quería proteger a su hijo de todas las malas compañías, quería proteger a su hijo de aquella gótica.

—Gracias por la comida.

Con eso dicho el rubio se limpio la boca con una servilleta y se levanto de su asiento. Nathalie y Gabriel le miraron, como si esperaran algo más, una disculpa tal vez. Una vez el chico salió del cuarto, Nathalie se acercó al asiento de su jefe.

—Señor, si me permite opinar, creo que usted debería pedirle una disculpa.

—¿Qué? —pregunto el hombre frunciendo el ceño— Yo no tengo que hacer nada, es él quien no quiere entender que esa niña es una mala influencia.

—¿Está seguro de eso? ¿No existirá la posibilidad de que usted no quiera aceptar que Adrien esté creciendo?

—¡Idioteces! Sé que mi hijo está creciendo, pero también sé que aún es inmaduro, no dejare que una chica cualquiera le rompa el corazón.

—Señor, esa chica... —Nathalie dudo un poco, pero casi como un recuerdo fugaz el rubio llego a su cabeza, aquellos sollozos que él había soltado hace tanto tiempo resonaban por su cabeza— Esa chica fue la que estuvo con él cuando lo rechazaron por primera vez.

Los ojos hombre se abrieron por completo, no pudo evitar voltear completamente a mirar a su asistente.

—¿Rechazaron a mi hijo? —Nathalie asintió— ¿Quién? ¿Quién lo rechazo?

—No lo sé, no quiso decírmelo. Pero créame cuando le digo que Adrien estaba mal, sé que esto no es muy profesional de mi parte, pero he movido las sesiones de Adrien por ese motivo. Él lloro, grito, incluso usted casi lo akumatiza.

—¡Mentira! —exclamo el hombre levantándose del asiento— ¡Yo nunca le haría algo así a mi hijo!

—Casi lo hizo, señor. He evitado decírselo, ya que Adrien pareció ir superando aquel rechazo, pero lo hizo porque esa chica a la cual usted insulto lo estuvo ayudando.

—¿Y cómo sabes que no es una mala influencia para mi hijo?

—Estuve observando. Ella no es una mala influencia, es una amiga para Adrien, una novia, un amor, una Emilie.

—¡No compares a esa...!

—Usted es el equivocado esta vez, señor. He cuidado años de Adrien, y esta es la primera vez que lo veo tan enamorado de alguien —interrumpió—. Comprendo que quiera protegerlo, pero mantenerlo aislado de todo y todos no es la manera, así sólo hará que él ansié más aquello que usted le niega.

—¿Y que es lo que le niego según tú? —pregunto molesto.

—Libertad. Él cumple con todos los trabajos que le da, desde las clases normales hasta las extracurriculares, ¿por que no le deja algo de tiempo para él?

—Tiene tiempo para él, puede descansar siempre que lo pida en...

—¿En su habitación? ¿Completamente solo? Él quiere salir con sus amigos.

Eres Perfecta Para Mí (Adrileka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora