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El sol ya se había ocultado, dando así paso a la hermosa noche. La luna resplandecía, dejando que su brillo y el de las estrellas iluminaran la ciudad de Paris. Fuera de aquella panadería esperaban tres personas, un guitarrista enamorado, un rubio que se forzaba a pasarla bien, y por último una gótica que hacía lo que podía por tratar de hablar con su novio.

Hablaba con su novio como si aquel incidente no hubiera ocurrido, pero Juleka notaba una actitud distante por parte del chico. Eso de alguna u otra forma la lastimaba, ¿acaso ella había actuado mal por no querer contarle?

—Que amable por parte de tu padre el haber conseguido las entradas, ¿cierto?

—Eso creo...

—Y de ti también, sé que no debió ser fácil que accediera a darte dos más.

—¿Eh? Oh, sí —respondió desinteresado, claramente sin escuchar realmente lo que la chica le decía.

—¿Estás... molesto? —pregunto insegura.

Adrien tardo unos segundos en responder, principalmente porque estaba buscando una respuesta adecuada. No quería estar peleado con su novia, pero no podía evitar estar molesto. Él se había abierto por completo ante ella, cuando ella descubrió que él era Chat Noir, él no había tardado nada en revelarle acerca de los prodigios y kwamis, todo lo que sabía se lo había revelado a la chica, tal vez por eso se sentía un poco traicionado, incluso se podría decir que decepcionado.

Incapaz de mentir, decidió responder de la manera menos cruel que se le ocurrió.

—Sólo disfrutemos esta noche, ¿sí? —a pesar de sus palabras, era obvio que no tenía mucho ánimo.

—Adrien, yo...

La gótica detuvo su hablar, la puerta de la panadería se abrió y de allí salió una azabache sonriente, pero su sonrisa no duro demasiado. La cara de la panadera denoto nerviosismo, sorpresa y emoción cuando vio que Adrien estaba allí, pero esa emoción se trasformo súbitamente en una extraña incomodidad, recién estaba notando que Juleka estaba allí.

El actuar de la pelinegra no fue muy diferente, simplemente se limito a saludar levantando un poco su mano y sonrió incomoda, aunque obviamente tratando de ser lo más natural posible.

—¿Entonces iremos los cuatro? —pregunto Marinette.

—Sí, sólo nosotros cuatro —respondió Luka.

—Bien, bien, ¿vamos?

Los tres aceptaron y emprendieron el viaje. Los cuatro caminaban a través de las calles de la ciudad del amor, por la belleza de la noche y el apodo de la ciudad, cualquiera se esperaría encontrarse con alguna que otra pareja, pero esa noche la única pareja que realmente estaba presente eran la gótica y el modelo.

Luka y Marinette no habían tardado en empezar a hablar, ambos emocionados ya que estaban yendo al concierto del que ellos llamaban "El mejor musico del mundo".

Juleka y Adrien en cambio, permanecían en silencio. El silencio no era algo extraño entre ellos, pero sus actitudes sí. Ya sabiendo que el chico no quería hablarle y un poco dolida por ello, trato de sujetarle la mano, como si con eso tratara de expresarle un tipo de disculpa, pero no tuvo resultado. Adrien no sujeto la mano de la chica, simplemente evito que lo tocara y se metió la mano en el bolsillo, ni siquiera se digno a mirarla, ya que si lo hacía sabía que terminaría diciéndole todo lo que le molestaba, y esa no era una noche para pelear, era una noche para pasarla que disfrutaran todos juntos.

Juleka se sorprendió un poco por ello, un dolor comenzó a surgir en su pecho, pero se mantuvo callada. Adrien no era de hierro, supo que lo que hizo lastimo a la chica, eso lo hizo sentir culpable, pero no hizo que juntara sus manos con las de ella.

Eres Perfecta Para Mí (Adrileka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora