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El corazón de la chica latía sin control, necesitaba todo el apoyo posible ahora. Miro como su amado salía por la puerta. Estaba inquieta a la vez que temerosa de lo que podría pasar, tratando de encontrar consuelo se acercó a su amigo, el cual estaba hablando con un chico.

—Deséame suerte —pidió con una sonrisa nerviosa.

—Suerte.

Con esa corta respuesta salió por la puerta con el rostro cubierto en rojo, dispuesta a pedirle al chico que saliera con ella. No tardó mucho en encontrarle, él estaba entrando al aula de arte, el salón de club que compartían.

Siguiéndole sigilosamente entro detrás de él. El aula estaba completamente vacía, solo ellos dos y algunas pinturas. Tomo un poco de aire tratando de agarrar valor, al mismo tiempo que apretaba su cuaderno de dibujo.

—N-Nathaniel.

El chico volteo un poco desconcertado, pero al ver que solo se trataba de su compañera se calmó.

—Wow, Leka. Me asustaste.

—L-Lo siento, yo no quería...

—Hey tranquila, no hay problema —interrumpió—. De igual forma, ¿qué haces aquí?

—Yo... Yo tenía que hablar contigo.

—Oh, claro, dime que sucede.

—Yo...

No podía articular ninguna palabra. Los nervios eran intensos, solo un conjunto de sonidos inentendibles salían de su boca. La cara se le volvió aún más roja, esto era más difícil de lo que creía.

El chico solo la miraba con una sonrisa, pero finalmente soltó una ligera risa. A lo cual la chica lo miro preocupada pensando que ya lo había arruinado.

—Leka, tranquilízate, solo soy yo.

Aún con nervios respiro. Repitiendo esas palabras en su cabeza "Eres Juleka Couffaine, no hay posibilidad de que te rechace". Las palabras de su mejor amigo le estaba brindando el valor que le faltaba.

—Nathaniel, me gustas, por favor sal conmigo —dijo abriendo el cuaderno, justo en la página donde tenía el dibujo de Chat Noir.

El pelirrojo solo la miro impactado con los ojos completamente abiertos, no esperaba aquello. Miro con detenimiento aquel dibujo, estaba seguro de haberlo visto con anterioridad, también estaba seguro de que le había ofrecido la ayuda a la chica para terminarlo, pero no sabía que usaría un dibujo para declarársele.

Ahora entendía aquella extraña charla que habían tenido meses atrás, en la cual la gótica le pregunto que le gustaría que le regalasen si se le fueran a declarar, simplemente contestando "Quisieran que me regalasen un dibujo", ya que para él no había nada que contuviera más sentimientos que un dibujo o un poema dedicado.

Y aún creía eso.

Por esa razón, las comisuras de sus labios bajaron a la par en que miraba a Juleka con tristeza.

—Lo siento, Leka. A mí me gusta alguien más.

Esas palabras hicieron que todo en ella temblara. El sonrojo que cubría su cara se desvaneció, al igual que la poca confianza que había obtenido para declararse. Su pecho se estrujo como si se lo estuvieran apretando, preparándola para que se lo arrancasen.

—E-Esta bien...

—Leka, yo —hablo al mismo tiempo que daba un paso hacia adelante, estirando su brazo para alcanzar a la chica.

—Tranquilo, lo entiendo —retrocedió—. Yo... Lo lamento, tengo que irme.

Incapaz de soportarlo, su voz se quebró al mismo tiempo que las lágrimas se desbordaron de sus ojos. Nathaniel solo la miro preocupado pero no sirvió de mucho, ya que la chica con el corazón quebrado salió corriendo de allí. Él no la siguió, entendió que necesitaba estar sola, o al menos, que no quería estar cerca de él por el momento. Suspirando pesadamente se apoyó contra una de las mesas del lugar.

Eres Perfecta Para Mí (Adrileka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora