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La azabache permanecía en su cama, sus llantos se habían detenido hace unos minutos, pero ahora miraba con ojos hinchados una de las fotos de su pared, una de las muchas fotos que tenia de Adrien Agreste.

—Marinette, ¿estás bien?

—No. No estoy bien, Tikki.

Esa respuesta fue suficiente para que el kwami se le acercara y abrazase parte de su mejilla. Marinette simplemente cerró un poco los ojos mientras algunas lágrimas aún caían, no podía olvidar lo que había visto.

Ver al rubio tan feliz levantando a la gótica la había destrozado. Podía sentir como su pecho era estrujado por una fuerza invisible, esa fuerza era el dolor. Sentía una gran rabia hacia la gótica, pero también hacia ella misma, "Si tan solo hubiera podido hablarle como lo hacia ella" eran las palabras que usaba para culparse.

Ya habían pasado dos días desde que no iba a la escuela, pero eso no le impidió enterarse de la relación amorosa que había surgido entre esos dos. Lo extraño en este punto es que no hubiera sido akumatizada, pero no se dejaba caer en tal destino.

Cada vez que un akuma se hacía presente en su habitación, ella recordaba buenos momentos y trataba de llenarse de emociones positivas.

La compuerta de su habitación se abrió, Tikki se escondió lo mejor que pudo debajo de las sabanas de su portadora. Entrando por la trampilla del suelo estaba su madre con una bandeja de galletas y una taza de leche con chocolate.

—Mari, ¿te sientes mejor?

La azabache sólo negó con la cabeza mientras miraba recostada a su madre. La mujer no tardo en entrar por completo en la habitación y dejar la bandeja en un escritorio cercano, se acercó a su hija la cual estaba recostada boca abajo en el sillón rosado y empezó a golpear levemente su espalda.

—Oh mi bebe, estas cosas a veces pasan, no es el fin del mundo, aunque a veces se sienta así.

—Duele mucho, mamá —sollozo la muchacha.

—Lo sé, siempre duele al principio, pero ten por segura que encontraras al chico indicado.

—Él era el indicado —hablo con la voz quebrada.

La mujer sólo suspiro y siguió dándole palmadas en la espalda a su niña. Siendo su madre estaba al tanto del amor que sentía la chica por el joven, bueno, tampoco es como si Marinette fuera buena escondiéndolo, la mujer había escuchado varias veces a su hija decir el nombre del chico con tono risueño. No le había costado nada deducir que le gustaba ese chico.

Así estuvo casi por media hora, escuchando los llantos de su hija, esto también era difícil para ella, no le gustaba para nada que un chico la hubiera rechazado, no, más bien su hija estaba llorando por no poder declarársele en primer lugar, gracias a esa timidez ella había perdido la oportunidad de conseguir algo con el modelo.

"Uno se arrepiente más de lo que no hizo en vida que de lo que sí hizo". Esa frase era algo que ahora ella podía comprender.

—Duele, eso es algo que nunca va a cambiar, no va a ser la última vez que sientas esto, puedes estar triste el tiempo que creas que necesites, pero al final deberás levantarte y seguir adelante.

—¿Voy a volver a sentir esto? —pregunto dolida.

—Tal vez sí, depende de la persona que elijas de ahora en adelante.

La menor dejo escapar una especie de lamento en su almohada, pero su madre sólo acaricio su cabeza por última vez para después salir de la habitación. El kwami salió de su escondite y miro a su portadora para después mirar a la trampilla por la que había salido la mujer.

Eres Perfecta Para Mí (Adrileka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora