Segunda parte de SIPHON - Es necesario haber leído la primera parte para entender su trama.
Milla se ve obligada abandonar Beacon Hills y viajar a Nuevo Orleans para encargarse de viejos y nuevos enemigos que amenazan su seguridad y la de alguien es...
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Elijah recogía un par de leños más para la fogata hasta que sus manos se mancharon con pequeñas astillas y una vez más se dejó sucumbir antes las horribles imágenes que lo torturaban.
- ¿Por qué? -una suave voz lo sobresaltó. El corazón del noble casi se le sale del pecho al ver el espectro de su pequeña hermana estaba de pie a unos metros frente a él... se veía tan real- ¿Por qué, Elijah? ¿Por qué lo hiciste?
-Mi niña...
-Dejaste que lo hicieran y solo me apartaste, me olvidaste -reclamó con la voz cargada de dolor- ¡Prometiste que siempre me protegerías!
Cada palabra se clavaba como estacas en el corazón del original, que sentía su pecho arder por de dolor y sus ojos picaban con las lágrimas retenidas.
Era solo una ilusión, lo sabía, una jugarreta de su mente, pero no le quitaba cada gota de verdad en sus palabras. Y que tortura que fuese una ilusión, con las ganas que tenia de estrecharla entre sus brazos y no dejarla salir. Ella era su pequeña a la que juro cientos de veces proteger con su vida, y la primera oportunidad de dar fe a su palabra le había dado la espalda. Ese siempre seria por mucho el peor error de su vida.
-Elijah -En menos de un segundo, el lugar que ocupaba la imagen de su pequeña fue sustituida por Rebekah, quien miraba con preocupación a su hermano- Ten -le extendió la mano ofreciéndole un pañuelo para que limpiara las astillas de sus manos.
-Gracias.
- ¿Qué es lo que vez cuando te pierdes así? -preguntó interesada, tomando asiento en una pequeña mesa.
-Cosas que hice, imágenes de quien era antes -contestó el noble cargado de pesar- Un tortuoso recordatorio de lo peor que he hecho.
- ¿Y eso es...? -presionó. Elijah se quedó un segundo pensativo, decidiendo si debía compartirlo con su hermana a sabiendas que al mencionarlo ella también caería en el pesar.
-Milla -soltó sin más- El haberle dado la espalda, y ahora ella esta muerta... por culpa mía.
-Lo que le pasó no fue solo culpa tuya, fue de todos.
