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De nuevo sus ojos comienza a abrirse con pesadez seguidos por el dolor que recorre su cuerpo y que por el momento se centra en mayor medida en el área de su cuello que recién ha sanado. Sus débiles gemidos de dolor queman en su garganta cuando da movilidad a esa zona de un lado a otro hasta que finalmente de dolor cesa. Sus manos y pies continúan atados con fuerza a la silla y la oscuridad sigue siendo el factor predominante en la habitación.

Aun en la penumbra la vampira hace un esfuerzo por agudizar sus sentidos tanto como se le es posible y comienza a examinar cada rincón del oscuro cuarto para asegurarse que no haya nadie oculto en las sombras, que su hermano por fin se haya ido antes de intentar cualquier movimiento de escape. No hay nadie, no a simple vista, pero débilmente logró distinguir movimiento sobre su cabeza.

Recién había despertado de su muerte momentánea por lo que se encontraba algo adolorida, pero los tragos de sangre que logro obtener del híbrido fueron suficiente para recuperar algo de fuerza y curar parcialmente sus heridas y la perdida masiva de sangre que sufrió. Pero aun necesitaba más. Sus ojos se clavaron casi con ferocidad en la bolsa semiderramada en suelo cerca de la mesa que su hermano tan salvajemente arrojó. Si lograba soltarse y llegar a ella tendría una oportunidad para escapar de los guardias que seguramente su hermano dejó para vigilarla.

Como primer instinto trato de hacer que la bolsa se acercara ella con magia, pero no ocurrió nada. Maldijo frustrada al confirmar sus sospechas. No era que al despertar por primera vez en ese lugar estuviese demasiado débil, simplemente la magia no funcionaba ahí porque fue el lugar que ella misma creo para que así fuese: El Bar St. James. Tendrá que liberarse de forma tradicional.

Su cabeza se inclina hasta alcanzar la zona de sus muñecas, sus colmillos se extienden en su máximo tamaño antes de clavarlos en la soga que la aprisiona.

–¡Mierda! Agh...

El grito en forma de queja se escapa de sus labios cuando el dolor infringido por la verbena la supera, pero no deja de morder y jalar la cuerda. Los nervios la atacan cuando escucha los pasos sobre su cabeza volverse más firmes y rápidos, seguramente la escucharon. Su corazón da un salto cuando una puerta se abre dejando ver un halo de luz que alumbra unas escaleras por las que desciende alguien de forma cautelosa.

SIPHON 2 • The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora