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–Te lo advierto por última vez, Nicklaus; Será mejor que te comportes y no dejes que tus impulsos te hagan hacer, o decir algo que arruine la velada

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–Te lo advierto por última vez, Nicklaus; Será mejor que te comportes y no dejes que tus impulsos te hagan hacer, o decir algo que arruine la velada.

Todo estaba listo en la casa Mikaelson para la cena que tan esmeradamente Elijah había preparado. El noble había estado todo el día preparando hasta el más mínimo detalle para que la velada fuera perfecta. Tenía muchas expectativas para esa noche, ahora solo esperaba que sus hermanos -específicamente uno de ellos- no lo arruinara.

–Me ofendes, hermano. –pronuncio fingiéndose indignado, llevando su mano a la altura del corazón. –No soy un niño. Sé comportarme sin que me regañes.

Para el híbrido era ridículo todas las molestias que su hermano estaba tomando por la traidora. Y aún más ridículo el que lo haya convencido para montar semejante circo en su casa. Rebekah al parecer era la única que compartía el entusiasmo de su hermano. Ni siquiera Freya, la segunda intrusa en su familia, parecía tan motivada como ellos. Algo desconcertante a su parecer que le hacía aumentar su desconfianza hacia la que se decía su hermana mayor, pues había dejado en claro que ambas brujas se conocían desde hace tiempo y que compartían una amistad... o al menos una relación mucho más cordial que la que tenía con ellos.

Pero la bruja frente a él estaba de todo, menos emocionada por la pronta reunión.

Observaba atentamente su comportamiento, llevaba más de diez minutos con la mirada perdida en la taza de té que sostenía entre sus manos. Puede que su palpitar sea tranquilo y mostrara una postura de indiferencia, pero su lenguaje corporal le gritaba al híbrido como de inquieta estaba en realidad. Recodó su actitud reacia a tener que ser ella la que entregara la invitación a la invitada de honor y, analizando sus palabras, puede que hubiese encontrado un deje de temor oculto entre su tono cuando finalmente acepto.

Saber qué era lo que pasaba entre las dos rubias se había convertido en su nuevo objetivo.

Y es que Freya se sentía inquieta por tener que estar en la presencia de su hermana. La había estado evitando desde que era consciente de lo que su hermanita había estado haciendo, todas las pasadas noches, con la que era su progenitora. No podía quitarse de la mente esa escena que por accidente presencio. Desde ese momento esa pequeña niña con rostro angelical y actitud rebelde que había conocido hace cien años había cambiado completamente a sus ojos.

SIPHON 2 • The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora