Segunda parte de SIPHON - Es necesario haber leído la primera parte para entender su trama.
Milla se ve obligada abandonar Beacon Hills y viajar a Nuevo Orleans para encargarse de viejos y nuevos enemigos que amenazan su seguridad y la de alguien es...
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Nadie se atrevía a pronunciar palabra desde que habían despertado en la tumba, sin rastro alguno de Davina o la rubia. Sintiéndose derrotados, recogieron el cadáver del brujo y se encargaron del debido proceso de sepultura sin mediar palabra alguna antes de volver.
El desconcierto en la casa Mikaelson era tanto como el silencio en ella. Los ánimos estaban por los suelos tras los acontecimientos continuos a lo boda. Sí, recuperaron a Hope cual era su objetivo principal de la velada, sí, también habían conseguido unir a los lobos y formar el ejército de híbridos que tanto anhelaban. Pero, aun así, la sensación de la amarga victoria seguía presente.
Perdieron a Kol, de nuevo. No solo eso, el peor fantasma de su pasado estaba de vuelta con intenciones aún desconocidas he impredecibles y eso significaba una gran desventaja.
–Debemos encontrar a Davina –Rebekah fue quien finalmente acabo con el silencio en el salón. Ambos hermanos fijaron su atención ella de manera diferente, como era típico entre el noble y el híbrido –Tal vez ella sepa algo.
–La lealtad de Davina es algo muy discutible. Tomando en cuenta que se unió al enemigo. –objetó el híbrido con desdén, sin apartar la mirada de su trago.
–¿El enemigo? Es nuestra hermana, Nicklaus.
–Kara es y sigue siendo nuestra enemiga. Sin importar el rostro que tenga. –Se levantó estrellando la silla estruendosamente –¿A caso soy el único que recuerda que hasta hace unas horas fue ella quien tenía secuestrada a Hope?
–Su sobrina –resaltó la morena. Sin inmutarse de la nueva rabieta de su hermano –Quería protegerla, quería asegurarse que estuviera a salvo. Si no fuera por ella Finn la hubiese asesinado.
–Es no lo sabemos.
–¿Por qué siempre te empeñas en desconfiar de todos, hasta de tu propia familia?
–¡Ella no es mi familia! –bramó. Recorrió su furiosa mirada por todos los presentes que lo veían anonadados –No se hagan los sorprendidos. Ustedes vieron lo mismo que yo. Esa chica, quien sea quien fuera, no era Milla. Al menos no la Milla que conocíamos.
