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El cliché del chico malo y atrevido (que no es malo, pero sí atrevido) y el chico bueno (que sabe ser 'malo'). Wolfstar.

—Sh- sh- ¡Sirius! —Intentó reprenderlo en un susurro contenido, que no fuese a llamar la atención más de lo que ya lo hacían ambos de por sí. Sirius emitió un vago sonido, que no podía ser interpretado como afirmativo ni negativo, y siguió atacando su cuello con mordidas y besos húmedos—. ¡Padfoot...! —Era difícil hacerle entender a su novio que no era un buen momento, cuando tenía un agarre así de firme en su nuca, y al atraparlo en un beso, Remus se dejó arrastrar, perdiéndose en el toque de labios cálidos, roce de dientes, chasquidos al separarse, inhalaciones bruscas, anteriores a que volviese a besarlo.

Cuando dio un paso hacia atrás, su espalda golpeó la pared del cuarto. Se quejó, el sonido ahogado en los labios que no paraban de besarlo. Sirius lo presionó más contra la superficie sólida, una pierna colándose en el espacio entre las suyas, un débil empuje, la erección restregándose sobre su muslo. Remus intentó recordarle por qué era una mala, mala, muy mala idea.

—Si- Sirius- —protestó, con tan poca energía que ni siquiera él se lo creyó. No podía, si tenía los dedos de una mano enredados en su cabello largo, la otra palma bajando por su espalda. Sirius insistía en atacar sus labios cuando hacía ademán de otorgar un poco de sentido común a cualquiera de ellos—. Merlín, Merlín, Merlín- no, que tu hermano está en el cuarto de al lado- ¡Sirius!

—Cómo si fuese a escuchar algo...

Remus separó los labios, listo para replicar, lo que fue un grave error. O un buen error, visto de otro modo, porque enseguida le fue imposible pronunciar palabra alguna con su lengua metida en la boca. Trastabillaron un poco cuando se apartó de la pared, Sirius se aferró a él con ambas manos, buscando el ángulo apropiado para que fuesen sus erecciones las que se frotaban a través de la ropa.

De pronto, la parte de atrás de las rodillas de Sirius golpeaba el borde de la cama y se dejaba caer hacia atrás. Tenía un agarre tan firme en Remus, que este cayó sobre él. Se convirtieron en un enredo desastroso de extremidades, ropa que necesitaba ser sacada, más besos, saliva, algunos jadeos.

Remus se detuvo de forma abrupta, incapaz de recordarse el argumento que iba a usar, Sirius mantuvo los brazos en su cuello para jalarlo y repartir más besos en su mandíbula. No lo dejaba pensar haciendo eso.

—Sirius...Sirius...que estamos en tu casa, que- Regulus-

Sirius soltó un sonido tan similar a un gruñido, que lo habría hecho reír, si no estuviese más preocupado por disipar el calor corporal e ignorar lo mucho que quería seguir.

—Si vuelves a mencionar a mi hermano mientras estoy intentando que follemos, yo voy a empezar a preocuparme —espetó, más brusco de lo que debió pretender. Así era él. Remus no hizo más que dejar escapar una risa estrangulada y sostenerle el rostro un momento, para darle un beso más suave, lento. Claro que Sirius arruinó el efecto al levantar y ondear las caderas, de manera que volvían a restregarse.

—Sabes que no tienes nada de lo que debas preocuparte...

—¿Entonces por qué todavía estamos medio vestidos? —replicó Sirius de inmediato, deslizando las manos por su torso.

Remus negó, se resignó y le permitió convencerlo con otro beso largo, antes de comenzar la ardua tarea de deshacerse de las molestas prendas, sin parar de tocarse, besarse, morderse. No importaba que todavía tuviese la piel cubierta de marcas de las últimas dos noches, pronto se le olvidaría, pronto Sirius encontraría lugares donde hacer más.

En el otro cuarto, Regulus Black giró la cabeza hacia la pared que conectaba con el cuarto de su hermano mayor, cuando escuchó un grito.

Podía no saber demasiado del tema -él intentaba reservarse para alguien especial-, pero sabía reconocer un grito de dolor de uno que no lo era. Lo peor fue que luego de que comenzaron los golpes incesantes contra la pared y el lejano rechinido, no hubo forma de detenerlos, ni de silenciar los gritos desesperados, necesitados.

¿Qué se suponía que le estaba haciendo ese Lupin a su hermano para que gritase así? Oh, no, no. No quería saber.

Cuando Sirius gritó más fuerte el nombre de su compañero, Regulus también gritó, de puro horror, cubriéndose el rostro con las manos.

—¡Kreacher, Kreacher! ¡Pared antiruido! ¡Pon un barrera antiruido! ¡Kreacher! —lloriqueó, incrédulo, conforme Sirius no hacía más que seguir aumentando de volumen sus llamados y súplicas.

*
¿Cómo que no puedo subir un especial de febrero al mismo tiempo que un longfic? ¿Quién dice? ¿Eso fue un reto? Bah. Sí, sí lo voy a subir, jajaja

Estos drabbles tienen a diferentes parejas y no sé si podré actualizar a diario, pero lo intentaré, tengo un poco más de veinte drabbles, creo, y la mayoría me han hecho reír un montón, así que espero que a ustedes igual. Terminaremos febrero muriendo de amor sí o sí, fin.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora