El cliché del nerd inseguro y el deportista popular enamorado de él. PrinceBlack.
Regulus se recargaba con los codos en la orilla de la mesa; si estuviesen solos, la sonrisita de su rostro sería aún más tonta y obvia, lo que es sorprendente, porque Severus podría jurar que no existe sonrisa más boba que esa. Llevaba alrededor de cinco minutos sentado ahí. Sólo sentado ahí. Mirándolo trabajar en un caldero hirviendo.
"Incómodo" no era la palabra para definirlo. Extraño. Digamos que extraño. Nadie veía a Severus por tanto tiempo. Nadie lo veía, punto. A menos que fuesen esos idiotas de Gryffindor que lo molestaban.
Cuando consideraba seriamente arrojar un poco de esencia sobre él, para hacerlo reaccionar, quejarse, irse, o que dejase de verlo así, Regulus se aclaró la garganta. Severus lo observó de reojo, dividiendo su atención entre la varilla que giraba acorde a las manecillas del reloj y el chico.
—¿Quieres ir a Hogsmeade este fin...?
La respuesta fue inmediata, instintiva.
—No.
Regulus respiró profundo y no se permitió desanimarse por eso.
—Pensé que podríamos...
—No. No voy a Hogsmeade, no me va bien cuando lo hago —agregó Severus, sin saber a qué venía la excusa. Bastante cierta, además; la última vez que había ido, a alguien le pareció divertido colgarlo del cartel de las Tres Escobas, con el uniforme a medias. Y era invierno. Ni siquiera tuvieron la decencia de dejarle la varita para aplicarse un amuleto de calor.
—No tiene que ser a uno de los sitios concurridos —Regulus carraspeó y se reacomodó en la silla. Lucía inquieto, incapaz de parar de mover las manos contra el borde del mesón—, cualquiera está bien. Lo que tú quieras está bien. Si te sientes más cómodo en-
—No quiero ir a Hogsmeade.
Debería haber añadido un "contigo", pero la última palabra se le atoró en la garganta. Severus meneaba la cabeza, lamentándose del momento de debilidad, cuando notó que Regulus se inclinaba más cerca.
—¿A algún otro lado? ¿A comer? Aquí, adentro, podríamos- tomar un aula y-
—Estoy ocupado —Severus abarcó el caldero con un gesto amplio, en caso de que no lo viese. Pero sabía que lo hacía, porque antes de limitarse a observarlo fijamente, Severus alegó tener mucho trabajo para el imbécil de Slughorn, le arrojó unos ingredientes y le dijo que cortase o se fuese. Los trozos resultaron idénticos, perfectos, y estuvieron listos en poco tiempo.
—Te ayudaré, ¿qué te pidió? Yo puedo-
—¡Black! —El aludido se encogió, ahogando un quejido, cuando el capitán del equipo de Slytherin se detuvo bajo el umbral de la entrada, rabioso— ¡¿qué crees que haces?! ¡Hay juego hoy! ¡Gryffindor-Slytherin y nosotros sin Buscador uniformado!
Regulus lo ignoró, estirándose aún más sobre el mesón que los distanciaba.
—Si atrapo la snitch, ¿puedo cenar contigo hoy?
Severus inhaló y se concentró en limpiar la varilla para mezclar con un pañuelo. Negó. Iba a robar unos platos de la cocina y encerrarse con sus libros, en el dormitorio, lejos de pudines voladores que se estrellasen contra su cabeza y compañeros bulliciosos.
—¿Qué tal mañana? —insistió Regulus, en tono suave. Siempre le hablaba así— ¿pasado mañana, el martes, el miércoles...? Cuando quieras.
—¡Black! —El capitán no esperó más tiempo. Entró con largas zancadas, le pasó un brazo alrededor al muchacho, y empezó a jalarlo para bajarlo de la silla, mientras este se sujetaba del borde del mesón, gimoteando.
—¡La biblioteca! —decidió Regulus, más desesperado, consciente de su falta de tiempo para el partido— ¡mañana en la biblioteca! ¡Te- te traeré libros de sangrepuras, libros de pociones, de hechizos, magia oscura...de mi familia!
Aquello capturó su atención por unos instantes. ¿Lo sobornaba? Severus le frunció el ceño, el rostro de Regulus se contrajo por no recibir la reacción deseada. Su capitán lo jalaba más fuerte, tirándolo fuera de la silla, que cayó de lado sobre el suelo por la forma en que se retorcía, en vano.
—¿Sev- Severus? —Intentó volver a aferrarse al mesón, sin éxito. El capitán era más grande, más fuerte, los Buscadores solían ser pequeños y ágiles, así que comenzaba a levantar a Regulus.
—Maldición, ¡sólo dile que sí! —gruñó el estudiante de séptimo, amenazador, luchando contra su jugador estrella.
—¡Sí! —replicó Severus, sin pensarlo. Sólo quería que dejasen de hacer tanto ruido dentro del laboratorio; ese era su lugar pacífico— ¡vete ya!
Tanta fue la impresión que Regulus aflojó el agarre en el mesón y fue arrastrado varios metros hacia la salida, en el siguiente tirón. Sus ojos, brillantes, lo observaban como si acabase de encontrar la respuesta al origen de la magia.
—¡Mañana! —Esbozó una sonrisa radiante, infantil, de esas que no se le ocurriría jamás tener donde alguien fuera de Slytherin pudiese verlo. Su capitán lo llevaba a rastras, pero él se sujetó del umbral de la puerta, para ganar unos segundos que utilizó para despedirse. Después ambos se perdían por el pasillo, la puerta se cerraba.
Severus tragó en seco, batallando contra las emociones, metiéndolas a la fuerza tras escudos de oclumancia. Bien, allí nada pasaba. Él no había dicho que sí, él no se alteraba por no saber qué hacer consigo mismo cuando Regulus lo miraba así. Nada de eso.
—Deberías sólo decirle que también te gusta —opinó Emmett Parkinson, su compañero en las tareas que Slughorn les dio. Trabajaba en una mesa aislada por casi dos metros, pero se había acercado para tomar un ingrediente único en el laboratorio que él eligió primero. Severus le frunció más el ceño—. Sólo digo. Pobre chico.
—No te metas en mis asuntos —gruñó. Y como no era Regulus, le arrojó un polvo de picazón extraído de las doxys.
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Cliché
FanfictionSerie de drabbles clichés de diferentes parejas como especial de San Valentín 2021. Wolfstar, Drarry, PrinceBlack, Scorbus, Grindeldore, Jeddy, Linny... Si esto fuese mío, sería canon. Ya que no lo es, saben lo que significa.