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El cliché de fingir ser pareja. Grindeldore.

—...así que, en vista de esta nueva información —decía la subsecretaría del Ministro, con los papeles del "caso Grindelwald" en una mano—, este concejo ha tomado la decisión de que Gellert Grindelwald puede mantenerse en libertad condicional, siempre y cuando permanezca bajo la protección y responsabilidad de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, con quien ahora comparte un lazo de unión mágico. Este concejo estableció que...

En el centro de la sala, Albus sostenía la mano de Gellert y le daba un leve apretón. Ya casi, pensaba. Ya casi te saco.

Era impresionante lo que uno hacía por su mejor amigo. Incluso llegó a utilizar un hechizo de matrimonio mágico en ellos.

Pero estaba bien.

Estarían bien.

Día 1

—Estoy pensando en quién debería cocinar —explicó Gellert, tendido sobre el sofá, con los ojos en el techo y las manos unidas—, supongo que lo lógico sería que lo haga el que tiene más tiempo libre. ¿Pero el que tiene más tiempo libre es también el que cocina mejor? Mis hechizos de cocina no son tan variados, aunque me parece que en la biblioteca debe haber...

—O podríamos comer lo que preparan los elfos —murmuró Albus, inclinándose sobre un lado del mueble, mientras ataba su corbata—, que trabajan aquí precisamente para evitar que cocinemos...

Gellert ahogó un sonido indignado.

—¿Cómo esperas que, siendo un nuevo matrimonio, sólo comamos lo que preparan los elfos, Albus? No, olvídalo, tú no entiendes la importancia de quién cocina entre nosotros dos. Se trata de que...

Albus rodó los ojos y asintió a lo que oía, sin entender por qué le interesaba tanto.

Día 20

—...entonces les dije que, sí, bien, hubo un asesinato en Hogwarts —Gellert gesticulaba desde el sofá en medio de la habitación—, pero eso fue hace años. El de Durmstrang fue hace poco. Hogwarts es mejor en cuanto a seguridad. Y cuando no me creyeron, les dije que el mejor profesor que conocía estaba aquí. Albus Dumbledore, mi esposo, porque por supuesto que no pude haberme casado con alguien que...—Se detuvo y frunció el ceño.

—¿Qué? —preguntó Albus, concentrado en peinarse. Tenía una clase en diez minutos.

—Por supuesto que —Gellert se levantó y caminó hacia él. Lo giró y comenzó a anudar su corbata— no pude haberme casado con alguien que no sepa estar presentable. En fin, lo que les expliqué fue que tenías varios reconocimientos importantes que te hacían el profesor más calificado del momento para...

Día 50

Gellert veía el sobre encima de la mesa con una expresión en blanco. Incluso su tono fue plano, lo que era inusual de por sí en alguien como él, tan dado al dramatismo.

—¿Le dirás que no?

—Claro que le diré que no —Albus exhaló y se estiró desde atrás del asiento para descartar el sobre. Una simple carta de amor arrojada a la basura, como si nada—. Se supone que estamos casados, ¿recuerdas? Te enviarían a prisión de inmediato si piensan que esto es una farsa.

Gellert se giró y se dedicó a atar su corbata, en silencio. Esto aturdió a Albus.

—¿Qué pasa?

La respuesta se demoró en llegar.

—Nada —Gellert meneó la cabeza—. Cuando podamos separarnos, saldrás con quién quieras, ¿no?

Albus titubeó.

—Supongo que...sí.

Día 78

—...no le tengas miedo —Albus sostuvo el hombro de su estudiante de primer año y le dio un apretón tranquilizador—, lo que dicen de él no es cierto. Las cosas feas...fueron la magia oscura. Mi esposo es muy bueno, sino, ¿por qué me habría casado con él?

Gellert observaba, incrédulo, cómo el niñito se le acercaba para saludar, después de que se hubiese asustado al encontrarlo en el pasillo cuando él iba a buscar a Albus luego de una clase.

Albus le mostró una amplia sonrisa.

Día 90

—...creo...que...ya...los...convencimos...con...esto...

—¿Hm? ¿Sí?

—Ahora...podemos...uhm...

Albus había sido inusualmente cariñoso en la reunión con la representante del Wizengamot que se aseguraba de que Gellert cumpliese cada condición de su acuerdo. Sostener su mano, acariciar el dorso, presionar su rodilla, rodearlo, hablarle muy de cerca. Cauteloso y al mismo tiempo tan obvio. Gellert sólo deseaba que se quedase ahí, aunque supiese que era para convencer a la bruja de que estaban enamorados.

Se besaron justo cuando ella regresaba a la sala. Albus fingió ser atrapado en medio de un arrebato romántico.

Cuando ella se marchó, de alguna manera, acabaron besándose de nuevo.

Ahora lo único que la mente de Gellert procesaba era que se encontraba tendido en la mesa, Albus estaba sobre él, y había pasado tanto tiempo prendado de su boca que podría jurar que conocía el "sabor a Albus". Y le encantaba. Esperaba que nunca dejase de comer dulces de limón, si sabía así después.

—Al...Albus...

Razonar no era lo suyo. Gellert le envolvió el cuello con los brazos y lo pegó por completo a él, perdiéndose en sus besos.

Día 130

—¿Tienes el material?

—Sí.

—¿Lo de...?

—Sí.

—Déjame terminar mis frases, Albus.

—No —Albus sonrió y se estiró para besarlo cuando Gellert paró de atar su corbata y le frunció el ceño—. ¿Qué te dijo el director?

—Mientras trabaje como consultor con los Aurores, podré entrar y salir del castillo. Debo decir a dónde iré y la hora aproximada de regreso por un mes.

—Es justo.

—No soy un niño —protestó Gellert, inflando las mejillas de un modo que lo contradecía.

—No —Albus se rio y volvió a besarlo—, pero me preocuparía por mi esposo si desaparece todo el día sin decir nada. Hay mucha gente loca allí afuera, ¿sabes?

Gellert se rio, asintió, y lo acercó para reclamar otro beso.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora