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El cliché de la declaración que parece haber salido mal, entre mejores amigas. Linny.

Ginny estaba tensa sobre la silla, a pesar de que las manos que se enredaban en su cabello para trenzar los mechones eran amables, tersas, familiares. Luna, arrodillada en el colchón detrás de ella, tarareaba una suave melodía mientras la peinaba.

Su mejor amigo se casará por la tarde. No negaría lo feliz que estaba por Harry y Draco. Sólo que estaría más feliz si se hubiese animado a preguntarle a Luna si la acompañaba, como pareja, a la dichosa boda.

Apretó los labios y se armó de valor. Luego se acobardó de nuevo. Negó. Luna le pidió que no se moviese.

Iba a colapsar. Así de simple.

Se iba a morir ahí y Luna jamás sabría que había estado enamorada de ella desde quinto, cuando descubrió que los chicos eran un problema. Y que no le gustaban tanto, de cualquier modo.

Fue a Gryffindor, ¿no? Se suponía que era valiente.

A decir verdad, prefería a Lord Voldemort que enfrentar los sentimientos que tenía por su mejor amiga. Ni siquiera cuando creyó que le gustaba Harry fue tan difícil.

En determinado momento, se echó hacia adelante, interrumpiendo su labor, y enterró el rostro entre las manos. Luna dejó de tararear. Podía sentir su mirada inquisitiva, clavada en la parte de atrás de la cabeza.

El rostro le ardía. Tragó en seco, se enderezó y apretó las manos en puños.

—¡Estoy enamorada de ti!

Permaneció rígida, en silencio. El corazón latiéndole enloquecido, el cuerpo cálido, el estómago sufriendo de un vuelco agresivo nunca antes experimentado.

Después Luna volvía a deslizar las manos por su cabello, peinando hacia atrás unos mechones que se salieron del tocado cuando se apartó.

—Oh, qué linda.

Ginny, boquiabierta, sentía que se partía en dos, los ojos se le inundaban de lágrimas.

—Por cierto, tú me gustas mucho. Desde tercero —Luna le besó la cabeza y siguió peinándola, regresando a su tonada.

No había terminado de entrelazar el último mechón cuando Ginny se giró y la derribó sobre la cama, arrancándole un chillido y una risita.

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