35. La regla no escrita

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Estuvimos caminando durante todo el día a paso apresurado por la llanura de Hyrule. Corría la buena fortuna de que mis sospechas eran ciertas, no había Guardianes activos en los alrededores, todos estaban apagados; y en cuanto a los monstruos, ni un misero Bokoblin encontramos; no había visto ninguno desde que derroté al cataclismo, Ganon. Y solo me quedaba esperar que Zelda y los Sheikah no se hayan dado cuenta de ello.

En todo el camino nadie dijo mucho, mayormente todos estaban aterrados por si llegaba algún otro ataque sorpresa de parte de los Sheikah o peor. Siempre estábamos alerta, mirando hacia el horizonte o los árboles, al tanto de cualquier cambio o señal. En mi caso, me sentía algo abatido por todo lo sucedido en la madrugada y en la mañana; quizá estaba muy cargado de emociones, aunque me tranquilizaba el ver a Apaya caminando a mi lado tomada de mi brazo.

Nuestra caminata no era especialmente rápida considerando que solo había cuatro caballos disponibles y que estos los ocupaban los heridos. Por lo que llegó un punto en donde ya estaba anocheciendo y nosotros aun ni habíamos terminado de cruzar la llanura de Hyrule; nos encontrábamos yendo al sur en el camino junto al lago Aquame, aquel que rodeaba el gran coliseo, prácticamente estábamos ya frente a la meseta de los albores.

—¡Atención! Por ahora el plan será entrar al bosque y pasar la noche ahí. Por favor, síganos. —dijo Agen al ver las condiciones del día.

De pronto todos se encontraban yendo hacia el bosque que teníamos a la izquierda, aquel que estaba junto al lago Komolo. Yo no entendía muy bien la elección del lugar, por lo que me le acerqué a Agen para preguntarle mientras caminábamos.

—¿Pasaremos la noche en el bosque? —le dije con confusión.

—Será lo más adecuado si no queremos que nos encuentren. Decidimos que ir al rancho no sería una buena opción.

—¿Nos encontrarían antes?

—Sí... pero también porque no queremos que corra peligro otro de ellos y sus trabajadores. —dijo apenado.

—Claro, lo entiendo. —dije ya un poco más comprensivo.

—Siento que aún estamos muy en deuda con los dueños del rancho del pantano.

—Quizá más de lo que creemos... —le dije pensativo. —Por cierto, no tengo ninguna casa de campaña o tienda para dormir. Parte de mi equipaje se quedó en la carroza de Zelda.

—Ya veo... puedes usar la mía. Jutt tomará la primera ronda de vigilancia y me prestará la suya.

—¿En serio lo harías? Podría tomar yo la primera ronda...

—No hace falta, te ves muy cansado y ninguno de nosotros dos ha dormido nada. —dijo siendo considerado y buscándola dentro de su mochila.

—No sabes cuánto te lo agradezco. —le dije un poco más contento.

—No es nada... mi tienda es grande, creo que podrán caber tú y tu prometida... —dijo mientras me entregaba todos los elementos de su tienda.

Al oírlo, sentí un pequeño vuelco en el corazón, aunque extrañamente me sentí feliz después.

—Gracias, Agen.

No adentramos un poco más en el bosque hasta un punto en donde la mayoría de nosotros estaban cubiertos por los numerosos árboles, y algunos cuantos se quedaban cerca de la orilla del bosque para vigilar. Entonces fui de nuevo a con Apaya, pero no la veía; giré mi cabeza para ver por los alrededores y vi que estaba de rodillas frente a una charca entre los árboles, a unos pocos metros de mí. Entonces me le acerqué.

—¿Apaya?

Al volverse, ella me mira, y yo me doy cuenta de lo que estaba haciendo. Se había borrado el talismán Sheikah de su frente con el agua.

Nuevos Recuerdos [#1] - Link x Apaya - TLOZ Breath Of The Wild +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora