14. El tercer día

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El último día en Akkala había llegado. Aun tenía muchos lugares que mostrarle a Apaya, pero el tiempo no nos lo permitiría, por lo que solo podía llevarla a uno. De entre todos los lugares que podía elegir, decidí que el mejor serían las cascadas de Akkala Sur; ya que, desde lo alto, podía verse casi toda la región de Akkala y así podría satisfacer un poco su curiosidad.

En aquella zona hay dos islotes, que a su vez dividen la cascada en tres y de esta forma caen al gran lago de Akkala. Nosotros nos encontrábamos en el islote de la derecha, viendo en dirección al lago, casi al borde, sentados bajo el último árbol antes del precipicio y apoyados en su tronco.

Ambos estábamos en silencio disfrutando de la vista, los únicos sonidos provenían del agua al caer a la cascada y del viento al mover las hojas otoñales de los arboles. Un lugar bastante bonito, con la hierba llegándonos hasta nuestros muslos, la cantidad de hojas naranjas en el suelo mezclándose en la verde hierba y las otras dos cascadas detrás de nosotros; cayendo desde las grandes montañas que dividían la región con Lanayru. Aunque también eran impresionantes las vistas que alcanzábamos a ver, el enorme pantano de Tarin, frente al pequeño monte Ultri, junto a las colinas de Kanalet, y a lo lejos el gran Corazón de Akkala junto al inevitablemente visible Montaña de la Muerte. Y todo perfecto gracias a las pocas nubes. 

Obviamente yo no estaba ahí para ver todo eso, sino para verla a ella; el mostrarle todo lo que necesitase. Y lo estaba logrando, se veía claramente maravillada por todo lo que veían sus ojos. Noté que ella apoyaba su mano derecha en el suelo, así que yo posé mi mano izquierda sobre la suya, como un intento de querer unirme a ella; de tocarla. En respuesta, Apaya me voltea a ver, quizá un poco sorprendida. Pero claramente estaba encantada de que lo hiciera, por lo que me sonríe, y yo le respondo igual.

—Éste lugar es precioso...— dijo devolviendo su mirada al horizonte.

—Sí. Ya lo creo.

—Aunque se me hace curioso el que no se pueda ver el mar desde aquí.— dijo pensativa.

—Mmm... Sí, lo sé. La colina lo tapa.

—Y también el lago... Estamos en un lugar muy alto, pero aun así no se ve.

—Creo que es justamente esa la razón por lo que no se ve, estamos demasiado alto y el lago tampoco es tan grande... quizá debí elegir otro lugar...— dije algo preocupado.

—No... está bien, me gusta aquí.— dijo acercándose más a mí y abrazando todo mí brazo izquierdo.

Yo me animé más cuando ella hizo eso, y hasta se me ocurrió una idea.

—Creo que si te acercas un poco al borde, podrás ver mejor el lago.— le dije mientras me ponía de pie.

Y con mi gran entusiasmo, la tomé a ella de la mano e intenté acercarme con ella al borde.

—¡E-Espera! ¡No!— Exclamó ella luego de ponerse de pie y dar un par de pasos.

A lo que yo me sorprendo y me giro a verla.

—¿Qué pasa?

—E-Es la a-altura...— dijo con la voz temblorosa.

—¿La altura?

—Sí... la altura... m-me da... miedo.

—¿Cómo? ¿Te da miedo la altura?— pregunté muy extrañado.

—¡Sí! ¡Me aterra!— gritó finalmente.

Yo la suelto y me vuelvo para con ella, caminado de vuelta al árbol, y ahí la tomé de sus antebrazos.

—Lo siento... No lo sabía.

—Quizá debí decírtelo antes de venir para aquí.— dijo ya un poco más tranquila.

Nuevos Recuerdos [#1] - Link x Apaya - TLOZ Breath Of The Wild +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora