12. La Playa de Akkala este

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De haber sido cualquier otra mañana habría dicho que fue muy fría, pero ese no era el caso. Al despertar no sentía ningún tipo de frío, sino al contrario, era muy cálido; aunque todo ello era producto de quien dormía a mi lado.

Me despertó la luz del sol, que traspasaba la ventana y caía sobre nosotros; aunque no muy molesta, fue suficiente como para despertarme. Y ahí pude ver como mi hermosa Apaya era bañada por los rayos del sol.

Tal como la noche anterior, seguía abrazada a mí. Ambos estábamos recostados de lado, uno frente al otro, con ella rodeando mi torso con sus brazos y yo haciendo lo mismo pero con su cintura; con esto quiero decir que no estábamos muy emparejados pero si muy juntos, es decir, mis ojos miraban directo a su boca, así que tenía que mirarla hacia arriba.

Era nuestra segunda mañana juntos, y yo sencillamente me sentía muy apaciguado. O así fue hasta que recordé la noche anterior, y como la asusté queriendo apresurar las cosas. Aquello me hacía sentir algo apenado, pero al mismo tiempo recordé como se sentía el tener a Apaya tan entregada a mí, tan perdida en las sensaciones y en como la hice suspirar.

Ella seguía ahí, estaba frente a mí, aferrada a mí. Al mirar hacia abajo pude ver aquello que me llamó tanto la atención anoche, sus senos. No recuerdo muy bien porque, quizá fue por aquella leve excitación que siempre hay en las mañanas lo que me impulsó, pero quería tocarlos. Quería saber cómo se sentían, saber si eran duros o blandos y saber cómo reaccionaría Apaya.

Quité mi mano izquierda de su cintura y la comencé a subir lentamente hacia arriba, como si aun dudara de lo que estaba por hacer. Y entonces, con cuidado pasé mi mano por debajo de su brazo derecho y sucedió, posé mi mano sobre uno de sus senos.

Mi corazón no dejaba de latir, podía sentir como se aceleraban mis latidos, pero lo estaba haciendo; estaba tomando un poco más de ella. Quería más, entonces quise intentar juguetear con ellos, pero en cuanto mi mano ejerció un poco más de fuerza, ella hizo un extraño ruido y comenzó a moverse; entonces quité mi mano rápidamente y la regresé a su cintura.

Ella despertó, con signos de aun estar algo cansada, dio un pequeño bostezo apartando su rostro de mí por educación y, ya después, se me quedó viendo.

—Buenos días.— dijo Apaya, sonriéndome.

—Buenos días, Apaya.

Ella no parecía estar enojada, ni por lo de la noche anterior o por lo que estuve haciendo; muy probablemente, no se dio cuenta.

Luego de intercambiar saludos, ella se me acercó más y me dio un rápido beso en la frente. Como muestra de su cariño y tal vez porque era algo que yo usualmente le hacía.

...

Después de preparar el desayuno y hablar un poco, ambos íbamos sobre Epona, atravesando el puente que conectaba la aldea con la orilla del Lago de Akkala, a paso normal; nadie habló con nosotros antes de subir a Epona, pero no me molestó en absoluto. Apaya iba detrás de mí, como era de esperar, y ambos íbamos con un objetivo.

—Entonces... ¿Quieres ver el mar?— le dije.

—¡Sí! Desde más cerca, aunque no sé si habrá alguna playa por aquí...

—Sí la hay.

—¿Dónde?

—Avanzando al norte, hay una playa frente a una pequeña península en espiral, quizá ya la hayas visto.

—Sí, creo que sé a cual te refieres.

—Vamos pues.— dije emocionado.

Y así, apresuré el paso con Epona y llegamos a la orilla, dejamos atrás un letrero y puse rumbo al norte hacia la llanura de Akkala este; camino abajo. Era un día bastante soleado, con apenas un par de nubes y, a medida que pasaba el tiempo, el día se volvía más cálido.

Nuevos Recuerdos [#1] - Link x Apaya - TLOZ Breath Of The Wild +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora