-Gui- murmura Emi adormilado, levantando las sábanas y mirando el colchón a su lado, en el suelo y vacío.
Estos meses habían sido intensos para ambos, seguían sin hacer cosas de pareja pero tenían sus momentos. Esta navidad, la mamá de Guille vendría, y ambos estaban realmente emocionados.
-Gui- vuelve a llamar, parado en la puerta de la cocina y frotando sus ojos, solemne.
-Ya te he dicho que no andes descalzo, vas a enfermar- reclama, sin haberlo visto, pero adivinando.
-Y yo que te afeites esa barba, pero ninguno hará caso- va a su lado, mirando como corta un par de verduras.
-Tenes para cocinar unas milanesas- avisa, apuntando el freezer -Y no es una barba en si, son pelitos cortitos- toca para confirmar.
-Ya viví varios días sin comer carne por vos, un mediodía más no hará nada. No tengo ganas de cocinar- arrastra las palabras con pereza, para bostezar después.
-¿Alguna vez tenés ganas?- ríe Gui, dejando delicadamente todos los morrones y cebollas en la sartén, la cual chispotea aceite ni bien caen.
-¿Cómo te fue?- pregunta apoyando su cabeza en la mesada, al parecer sin conseguir que se aparte su sueno.
-Bien, hoy a la noche salimos un rato con los chicos, ¿Sabes?- lo mira, dedicándole una sonrisa.
-¿Me puedo quedar acá?
-¿No crees que tú mamá ya debe estar preocupada? Al menos charla con ella por teléfono.
-Si, voy a hacerlo. Pero respondé.
-No sería buena idea. Capaz vuelva tarde- murmura dudoso.
-Pero mañana tenés clases.
-Si, ya se. Y vos tenés que trabajar. Mejor quedemonos cada uno por su lado..
-Si- murmura, levantandose de la silla y yendo de mala gana a bañarse.
-Emilio..- dice, pero no alcanza a seguir la oración por el ruido de la puerta cerrarse.
Saca sus prendas lentamente, prende el agua, y justo antes de meterse su celular empieza a vibrar, indicando una llamada entrante desde un número privado. Decide silenciarlo y seguir con su propósito.
-Ya está lista la comida, apurate, llevas 15 minutos ahí- avisa Gui, golpeando la puerta acompañando a sus palabras.
-Ya voy- apaga la ducha, ya de malhumor.
Decide no tardar mucho más, así que aguanta el frío, y se seca el agua del cuerpo rápidamente. Primero su pelo, para que no empape más su espalda, y después (con una distinta) su cuerpo, quedando seco.
-Hasta que por fin llegas- canturrea desde la mesa, animandolo.
-Si- responde seco, sentándose frente a él.
-Emilio, no me gustan estas actitudes. Es mi casa, además, necesitas volver a la tuya. Aprovecha el tiempo que tenés con tu familia..
-Ya se- su mano pincha un trocito de milanesa, sabía que iba a cocinarla igual, le encantaba cumplir sus berrinches, al menos para que no esté molesto o de mal humor -Promete que te vas a cuidar..
-Si, volveré en taxi cualquier cosa. No va a pasar nada- lo toma de la mano -Y sabes que si me necesitas con urgencia, me llamas y voy a estar para vos.
Emilio asiente y ambos vuelven a almorzar, más cómodos.
. . .
-Bien, no se dividan mucho. Los quiero a todos a salvo, y si alguno se va, ¡Avisen a alguien de nosotros!
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El Chico Trans
Fanfictionesto no sera el común diario donde la mayoría de nosotros nos desahogamos, me animé a escribir una historia como cualquier otra ;)