Point of view Camila
Se había pasado casi un mes y en ese tiempo poco ha cambiado. El mundo seguía siendo el mismo caos, mi vida aún estaba volcada en perder las madrugadas trabajando en el bar, pero había algo diferente en aquellas madrugadas. Una presencia especial que me sacaba del aburrimiento y de la soledad.
Todas las noches, de lunes a lunes, puntualmente a las 3 de la mañana, ella adentraba en las puertas del bar, se sentaba y sacaba de dentro de la bolsa un libro; leía algunas páginas y luego lo cerraba, tomábamos café y ella empezaba a contarme sobre su día. Dialogábamos como si nos conociéramos íntimamente, lo curioso es que yo ni siquiera sabía su nombre.
- ¿Café? - Le ofrecí en voz baja, para que ella, que estaba sentada frente a mí, no se asustara, pues estaba perdida en su lectura.
- Oh, sí, por favor... - Esa voz que por mis oídos ya era conocida, salió como un susurro cansado.
Llené una taza de porcelana con el líquido hirviente y delicadamente la deslicé por el mostrador hasta que llegara cerca de sus manos, que ahora estaban entrelazadas sobre el tablero. Ella desvió la mirada que fijaba las tragedias del noticiero de la madrugada y se volvió a mirar el humo que volaba de la taza.
Era una madrugada extrañamente caliente, aquel bar no servía café, pero me encantaba oír sus historias, así que cada noche me hacia un café negro y amargo y esperaba ansiosamente oír sus cuentos.
Ella bebió un poco del líquido aún hirviendo y volvió a poner la taza sobre el mostrador. Sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo de su abrigo de gamuza negra, sostuvo un cigarrillo entre los dedos índice y medio, y lo encendió, tiró con fuerza la primera calada y soltando el humo, dijo:
- Las mujeres más crueles del mundo siempre llaman a mi puerta. - Su observación fluida y retoríca, salió en una exacerbada calma de sus labios.
- ¿Por qué dices eso? - Pregunté.
Era curioso cómo la mala suerte que tenía aquella mujer en el amor sonaba tan poético en sus palabras. Ella unía sus pensamientos profundos y sentimentalistas en palabras tan duras y sin medios, que daban un aire de poesía melancólica en cada frase dicha. Cada vez que escuchaba sus trágicas historias de amores que no funcionaban, me imaginaba que eran libros y ella me recitaba fragmentos.
La mujer de ojos verdes, me miró rápidamente y luego bebió un poco más de su café.
- Vamos, ¿no lo entiendes? - Ella sonrió majestuosa, aunque en su risa tiene más tristeza que alegría. - ¡El amor me jode! Él no tiene pena de mí.
Tan pronto como terminó su frase, ella sacó otra calada, succionando más de la mitad de ese cigarrillo. Segundos después soltó el humo lentamente por las fosas nasales y golpeó con el pulgar en la base del cigarrillo, vertiendo la ceniza indeseada en el cenicero, que antes nunca había sido usado, pero ahora sólo era usado por ella.
- El amor es una broma de humor negro, donde todos ríen por fuera y lloran por dentro. - Agregó, agarro la taza y se la llevó hasta los labios otra vez, mientras me miraba con esos ojos intensos y serenos.
- ¿Alguna vez te has parado a pensar que el amor que creías haber recibido podría no haber sido más que una ilusión, mientras que el amor verdadero aún no ha tenido la oportunidad de mostrar su verdadero rostro? - Argumenté, osando desafiar sus vivencias, y la vi cerrar los ojos, apretando los párpados para mirarme de una forma diferente. ¿La había dejado colgada?
- A veces los falsos amores nos engañan. - Proseguí. - Nos hacen creer que eso es real, pero en realidad el sentimiento real pasó desapercibido ante nuestros ojos humanos. A veces, el amor verdadero se esconde detrás de alguien a quien nunca le prestas atención. Tal vez, por nuestra propia negligencia, tengamos que sufrir tanto para aprender no sólo a ver, sino a observar.
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The Last Coffee - Camren [Traducción]
ФанфикElla era una escritora en el apogeo de su fracaso, no vendía más libros, ni escribía más poemas, aún no había aprendido lo hermosa que era la poesía de un corazón en desorden. Mientras tanto, al otro lado de un mostrador, esperándola con otro café q...