The Last Coffee - Camren [Traducción]

El amor es un perro del infierno

"Nada bueno pasa después de las dos de la madrugada. Después de las dos de la mañana, sólo vete a dormir. Las decisiones tomadas después de ese horario son decisiones equivocadas." – Ted Mosby.

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*Detrás de la primera noche*

Point of view: Lauren

- Agua hirviendo, algunas cucharadas de polvo, un poco de azúcar y un buen colador. La cura para noches de frío intenso tiene receta simple. – Hablé conmigo misma, mientras colocaba cucharadas de azúcar en el compartimiento de la cafetera.

- ¡Tú y esa adicción! -Keana, mi novia, dijo eso tranquilamente en cuanto entró en la cocina. Su perfume de vainilla se extendió por toda la habitación, sobresaliendo de el olor del polvo de café, que antes era dominante.

Afuera hacía el frío más grande de la temporada de otoño.

El invierno se acercaba riguroso y anticipado.

Cuando no era nieve, era lluvia. Eso, cuando los dos no venían juntos. Y, nuestro acogedor apartamento, nos ahorró el frío y nada como un café fresco para acurrucarnos aún más.

- ¿Qué estás leyendo? – Pregunté al mirar a la hermosa mujer, sentada en la silla, con los codos apoyados en la mesa; notando que estaba entretenida en páginas de un libro de portada oscura y sin título, que parecía un diario. Mi diario siendo exacta.

"La madrugada fue helada ese invierno del 2012.

Recuerdo estar sentada junto a un lago congelado en Central Park, en Nueva York, sosteniendo una bolsa parda que escondía una botella de whisky barato que saqué de mi padre.

Era Nochebuena, todo era colorido y luminoso y yo era la única alma viviente que deambulaba por las calles sola esa noche.

Hasta los mendigos estaban reunidos y yo no.

Nunca me había sentido tan sola.

Tenía alrededor de 16 años, había huido de casa, y por eso me estaba congelando en medio de la tormenta de nieve, lo suficientemente borracha como para recordar mi nombre.

Mis nervios ya se estaban endureciendo, yo seguramente me congelaría allí, abrazada con mis rodillas y tendrían que romper mis huesos para que me velaran con una pizca de dignidad.

Fue entonces cuando la bocina del auto de mis padres resonó detrás de mí, sacándome de un sueño sin forma, de pensamientos inexistentes y transparentes.

Me levanté con dificultad, mis articulaciones estaban rígidas y doloridas por el frío.

Cuando finalmente alcancé el auto y entré, la secuencia de regaños se inició, pero la nieve que caía del lado de afuera del vidrio me era más interesante.

Me gritaban, me insultaban. Yo sólo observaba cristal por cristal, gotear sobre el suelo, formando una capa branquísima que hacía que el suelo pareciera el cielo, repleto de nubes.

De repente, un destello.

Sentí mi cuerpo chocar con el asiento delantero.

Un dolor fuerte por toda la extensión de mi cuerpo.

No podía ver nada.

Oí gritos. Hierro retorciéndose y vidrio rompiéndose.

Algo terrible había sucedido.

Me desperté a la mañana siguiente, dolorida y con náuseas.

Estaba sola en el cuarto de tonos azules.