Suerte

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Point of view Lauren

El día estaba amaneciendo, surgiendo por entre las montañas bien allá y yo estaba inclinada sobre el baranda del balcón, recepcionando los primeros rayos de sol. Sostenía una taza vacía con las dos manos y me perdía en pensamientos. El cielo estaba completamente en un azul clarísimo, aún quedaban algunas pocas estrellas en el cielo. Yo estaba ansiosa. Normani, mi representante, me daría la noticia sobre la aceptación o no aceptación de mi libro aquella mañana; mi carrera estaba a punto de ser apalancada y al mismo tiempo, a ser avasallada. Temía lo peor, pero me esforzaba por mantener los pensamientos en modo positivo.

- ¿No vas a dormir? – Verónica, la amiga que había llegado el día anterior, para pasar una temporada en mi casa, después de divorciarse, preguntó.

La miré a ella, que venía por la habitación con el pelo revuelto, la cara marcada, y se rascaba los ojos, y se reía de eso.

- Aunque quisiera, no podría. - Respondí. Se paró a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro, bañando mi brazo con su largo cabello castaño claro.

- ¡Hola, yo soy Vero!

Una castaña delgada llegó presentándose y extendiendo la mano hacia mí. Era mi primer año en aquel colegio, mi segundo día de clase, yo estaba sola, sentada en una mesa, almorzando. No esperaba hacer amistades, ni quería. Me gustaba estar sola, yo era siempre mi mejor compañía, pero cuando vi los ojos brillantes de esa muchacha y la sonrisa receptiva, pensé: "¿Por qué no?".

- ¡Me llamo Lauren! - Le di la mano suavemente y luego se sentó a mi lado.

- Tu no es muy vieja para estar en la escuela secundaria ¿no? – Pregunté al notar que ella mucho mayor. Ella rió.

- Yo no estudio aquí, yo trabajo aquí. Soy la secretaria del director. – Respondió ella, exhibiendo su placa. ¿Cómo no había notado eso?

- ¿Por qué trabajas en una escuela? ¡Eso es suicidio! - Indague cómicamente y reímos juntas.

- Estoy terminando mi facultad de derecho y necesito dinero, mis padres no pueden costear toda la matrícula. – Explicó.

Hablamos de todo, nos reímos, hicimos bromas. Ese mismo día, descubrí que seríamos una gran dupla.

Vero aún tenía la cabeza apoyada en mi hombro, sus cabellos exudaban olor dulce de rosas, mezclado con vino y vodka. La borrachera que la chica había tomado anoche, conseguía ser peor que yo había tomado cuando terminé con Keana. entendía el dolor de Verónica. Como yo, ella había confiado en alguien; un muchacho de sonrisa galante y la amabilidad de un lord. Lástima que cuando la máscara cayó, el príncipe se volvió sapo, la desconfianza se volvió concreta.

- ¡Mani! ¡Detente! ¡Me estoy quedando sin aire! – supliqué riendo, retorciéndome en el sofá, intentando desentrañarme de sus manos que me hacían cosquillas.

- ¡Suplícamelo! - La negra de buen rostro me retó sonriente. Sus uñas puntiagudas hacían fuerza contra la piel de mis costillas, yo ya no tenía más fuerzas para reír, mi risa salía en casi gritos agudos, mi barriga estaba dolorida.

- ¡Oh, cielos! ¡Por favor, Mani! ¡Alto! -  Mi voz casi se pierde entre las carcajadas.

Mi amiga paró la sesión de tortura y se sentó exhausta a mi lado. Mientras intentaba recuperar el ritmo correcto de mi respiración, mentalmente agradecía a los ángeles por haberme dado una amiga como Normani, pero mis pensamientos fueron cortados por el estridente sonido del timbre.

The Last Coffee - Camren [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora