Point of view Camila
Lauren me posó en la cama con inmensa delicadeza y se acostó encima de mí, colgando por sus brazos, que estaba uno a cada lado de mi cabeza. Me miraba atentamente como si buscara entender lo que me había hecho cesar los besos y las provocaciones. Pronto ella descubriría.
- Acuéstate aquí a mi lado... - Pedí, golpeando con la mano en el espacio vacío en la cama, e incluso confundida obedeció, tumbada de lado, de frente a mí.
- Estoy un poco confundida, Camz.
- ¿Por qué? - Pregunté aunque ya sabía la respuesta.
- Dijiste que... ya sabes.
Ella habló un poco tímida y poco a poco su rostro fue siendo tomado por la coloración rojiza de la vergüenza. Llevé mi mano hacia su cara y toqué su mejilla, deslizando mi piel por la suya. Impresionante como hasta nuestras texturas combinaban.
- Sé bien lo que dije. - Hablé mirando en sus ojos, contemplando aquel mar verde que se extendía delante de mis ojos. - ¿Pero quién dice que tenemos que tener sexo para amarnos?
- ¡Hey, no vale! ¡Te comiste todas las palomitas! – murmuré haciendo un pequeño pico para Lauren, que no dudó en reírse.
- Lo siento, es que estaban muy buenas... pero si quieres, puedo hacer más, ya que siempre las dejas quemar... – Su risa era realmente el sonido al que yo no me cansaría de escuchar, aunque ella tuviera que ver conmigo.
- Muy bien, entonces... ¡No te olvides de la sal! – Grité y Lauren sentó desde el umbral de la puerta de la cocina. Mi corazón vibraba siempre ella sonreía y yo me preguntaba por qué.
Nuestra conexión siempre sería un completo misterio para mí. De hecho, no había médicos, psicólogos, psicoanalistas e incluso científicos capaces de explicar cómo Lauren y yo estábamos conectadas, tanto en las miradas y en las conversaciones, como en el sexo. Aunque es algo totalmente nuevo para mí, ya que nunca había estado tan involucrada con una mujer, el sexo con ella había sido maravilloso. Ella me hizo sentir puramente amada como nunca me había sentido con ningún hombre y yo tenía una breve certeza de que sería así para siempre, si ella quería. Sintiéndome sola, decidí unirme a ella en la cocina, en un intento de preparar, tal vez, un chocolate caliente. Fue todo en vano. Primero porque estaba frío y segundo porque su olor me había atraído. Sentí la necesidad de abrazarla por detrás y poner mi cabeza sobre su hombro. Lauren no se alejó. Por el contrario, entrelazó mis dedos que estaban sobre su vientre, haciendo un cariño delicioso.
- De esa manera, me harás olvidar las palomitas de maíz y dejar que se quemen... - Lauren se volvió hacia mí y me miró profundamente a los ojos. Ellos, de alguna manera, siempre mantenían mi atención y yo no me atrevía a desviarme. La miré con la misma intensidad.
- Esa es la intención... - Le susurré a sus labios para que entendiera lo que quería. Sin tardanza, sellé mis labios en los suyos en un beso largo y me alejé de ella, dejándola completamente confundida. Consciente de que Lauren me seguiría, llegué a la sala de estar y me acosté en la alfombra peluda y suave, esperando por su presencia. Y ella lo hizo.
Llegó como quien quería respuestas y se acostó a mi lado. Estuvimos un tiempo en silencio, boca arriba. Yo miraba el techo mientras sentía su inmensidad verde flotando sobre mí. Cuando finalmente la miré, mi órgano palpitante estaba muy acelerado, casi saliendo por la boca. Era siempre así cada vez que nuestras miradas se conectaban. Y de repente, ninguna palabra necesitaba ser dicha.
- ¿Camz?
Mis ojos volvieron al foco que eran los ojos de Lauren. Yo estaba sumergida en ese mar verde y acabé apagándome de la realidad, pero era inevitable, las ondas de sus ojos siempre me tiraban hacia lo más profundo y yo siempre me rendía. Lauren llevó su mano hasta mi cara y deslizó la punta de los dedos en la mía de mi mandíbula, pasando por mi barbilla, trazando dibujos sin forma.
- ¿Está todo bien? - Preguntó ella, mirándome con cautela. Sonreí sin mostrar los dientes.
- Todo está tan bien que temo ser sólo un sueño. - suspiré, volteándome a la cama para mirar el techo. Ella permaneció inmóvil.
- No es un sueño, si quieres, puedo pellizcarte para comprobarlo. - Terminé riendo con su broma. El sonido de nuestras risas mezcladas se convirtió en mi melodía favorita.
- No quiero volver a la realidad... - Me quejé.
En un acto rápido, Lauren me sacó del brazo y me hizo girar hacia ella. Fue como si una descarga eléctrica recorriera mi cuerpo mientras nuestras miradas se fijaban. Sin la menor espera y advertencia, unió nuestros labios en un beso urgente.
(...)
Las horas pasaban lentamente. El cielo que antes estaba totalmente cubierto por las nubes blancas, ahora había sido tomado por una tonalidad rosa anaranjada. Mirando el reloj pegado a la pared sobre la chimenea, pude constatar que eran las 5:00 de la tarde. Lauren y yo ya habíamos almorzado, tomado un baño y nada mejor que una hermosa puesta de sol para cerrar aquel día maravilloso. Así que me tomé la libertad de preparar un café fuerte y la invité a un lugar donde solía jugar cuando era niña.
Point of view Lauren
Llegamos a un muelle, donde había un banco de madera que daba de frente a la hermosa puesta del sol de aquella tarde. La vista era magnífica, digna de un cuadro. Camila seguía adelante con un termo lleno de café mientras yo sostenía las tazas justo detrás. Después de sentarnos, la latina sirvió las dos tazas del líquido caliente, tomándola para sus manos y probándola. Mientras yo... Miraba cada movimiento suyo como mi más nueva admiración. Nunca encontraría explicación para tal perfección. Con el fin de romper el silencio que se instalará sobre nosotras, Camila comenzó a pronunciarse.
- Cuando tenía 8 años, me gustaba venir aquí y admirar la naturaleza... – Ella dijo sin mirarme a los ojos y yo la miraba con atención cada coma; - Y entonces, cuando cumplí mis 15, venía aquí para poner la cabeza en orden...
- Y ahora, ¿cuál es el motivo de tu venida? – Le pregunté sin realmente pensar si respondería. Y ella respondió.
- Tú lo has hecho.
- ¿Yo? - Me apunté a mí mismo.
- Sí, tú. - Ella dijo apuntando al horizonte. - Ayer yo no tenía respuestas, hoy tengo tantas que me faltan preguntas para todas.
- ¿Qué quieres decir? - Sople el café de mi taza y bebi un sorbo corto.
Camila unió sus piernas y las abrazó.
- Creo que... - La latina se congeló, se puso roja y bajó la cabeza mostrando una sonrisa tímida, y luego mordió el labio inferior.
- ¿Crees que...?
- Creo que realmente me gustas...
Ahí fue cuando miré a Camila. Los rayos anaranjados del sol que se ponía, iluminaban su rostro, y el brillo de sus ojos iluminaban mis tinieblas. Mi alma parecía haber sido reemplazada por otra totalmente nueva. Los miedos perdieron su sentido. No me quedaban más penas. Un nuevo comienzo para mí se iniciaba.
- Gracias... - Dije.
- ¿Por qué? - Al preguntar, ella puso su cabeza en mi hombro. Respirar el perfume de su cabello me hizo inclinar la mirada al cielo y mentalmente agradecer al creador por el regalo.
- Por rescatarme, por hacerme sentir placer al respirar, por hacerme orar todas las mañanas pidiendo a Dios que extienda mi estancia en la tierra. Gracias por convertirte en el sol que ilumina mis mañanas, gracias por ser la luna de mi noche. Gracias por dominar mis pensamientos, gracias por robarme el aliento cada vez que sonríe. Gracias por colorear mi vida en blanco y negro. Me enseñaste a vivir de nuevo. Gracias, Camila.
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The Last Coffee - Camren [Traducción]
أدب الهواةElla era una escritora en el apogeo de su fracaso, no vendía más libros, ni escribía más poemas, aún no había aprendido lo hermosa que era la poesía de un corazón en desorden. Mientras tanto, al otro lado de un mostrador, esperándola con otro café q...