Point of view Lauren
El día había amanecido, los rayos del sol entraban en la habitación, mi vaso de whisky estaba vacío y mi cigarrillo se quemó sin que yo lo trajera. En mi habitación estaba Camila sumergida entre las mantas. En mi garganta sentía un amargo que no era del whisky, mucho menos de los cigarrillos que fumé, mi corazón estaba comprimido en mi pecho y la única pregunta que me rondaba era: ¿Cómo podría alguien romper el corazón de una criatura tan encantadora como Camila? El bilis se atoró en mi garganta y mi mente volvió la noche anterior, siendo exacta, en aquel café donde yo y Camila estábamos sentadas, comiendo y conversando. Su sonrisa era de mayor brillo que el sol, sus ojos en un marrón claro me encantaban por su transparencia y su voz parecía el canto de los ángeles. De repente, el velo se rompió y las mentiras cayeron. Máscaras se deslizaron de los rostros, las desconfianzas se hicieron concretas y el corazón apasionado fue destrozado. El chico miraba a la mujer de pelo castaño con furia, como si la culpa de la traición fuera suya, su agresividad se atrevió a saltar por sus actos, Pero ese fue un día de gran mala suerte para aquel hombre que se atrevió a tocar la delicada piel femenina de Camila. Nunca en mi vida había sentido tantas energías corriendo por mi cuerpo. El primer golpe fue por puro impulso, yo defendería el honor de esa mujer como si fuera la mía y jamás dejaría que ese bruto dejara una marca siquiera en su bello rostro esculpido por Dios. El segundo golpe fue por capricho, el tercero fue por venganza. La suerte había escogido a ese tipo, dándole una mujer increíble y el idiota había tirado al aire. ¡Ojalá yo tuviera esa suerte!
Debo haber apretado el vaso con mucha fuerza, mientras recordaba el día anterior que lo oí estallar por entre mis dedos y romperse, escurriendo entre mis dedos junto con algunas gotas de sangre. Me levanté y corrí al baño, me lavé las manos y me vendé los dedos con vendas. Volviendo del baño, me paré frente a la puerta de mi habitación y observé a ese ángel descansando entre mis cubiertas oscuras. Ya no parecía estar asustada y herida unas horas antes de que la pusiera a dormir. Su semblante me remitía a una paz de espíritu que sólo el sueño puede proporcionar. Vi que los rayos anaranjados del sol estaban comenzando su invasión ventana adentro y antes de que el brillo pudiera quitar a la dulce mujer de su descanso, avancé hasta las persianas y las cerré, salí del cuarto y cerré la puerta. Volviendo a la sala, recogí los trozos grandes del suelo y limpié a los pequeños, los recogí con una pala. Vacié el cenicero, guardé la botella de whisky en el armario de bebidas y fui a la cocina, donde lavé y sequé todos los platos. No tenía sueño, mucho menos estaba cansada, mi cuerpo parecía nuevo.
"Un día ella encontrará al tipo que va a quererle como ese idiota no quiso. ¡Afortunado será ese hombre!" Pensé mientras llenaba la tetera de agua. Había resuelto hacer café a la antigua. colador de tela, tetera de agua hirviendo. Esas cosas. Puse la tetera sobre la estufa y encendí el fuego. Llené los pulmones de aire y miré por la ventana de la cocina. El día afuera era azul, Dios había sido muy amable aquella mañana. Era uno de esos días en que miras la inmensidad azul y sientes por unos instantes que la vida te gusta.
"En medio de tanto caos y tantas malas noticias, lo que nos queda es mirar al cielo y esperar que el sol regrese trayéndonos días mejores".
Escribí eso rápidamente en una servilleta que había encontrado en la cocina, no podía perder la idea. La servilleta fue dejada sobre la mesa, pues la tetera sonó y yo me levanté para colar el café. Tan pronto como el agua hirviendo se mezcló con el polvo de color marrón, subió el humo húmedo y perfumado de la cafeína. Ese olor era uno de mis favoritos, porque el primer aroma favorito hasta entonces, era el perfume de Camila que estaba impregnado en mi ropa, haciéndome sentir gusto por respirar, sólo para inhalar más y más. Vacie todo el café lo puse en la botella, luego llené una taza y volví a la sala, me senté en el sofá y por unos segundos, me encontré deseando algún día encontrar a alguien como Camila en mi vida. Terminé pensando que era casi una súplica a Dios de que un día, cuando él decidiera ser bueno para mí, me diera la oportunidad de por un día ser alguien que hiciera el mundo de Camila mejor.
- ¿No dormiste? - Su voz cortó mis pensamientos y aceleró mi corazón de inmediato. Mi rostro se volvió en su dirección y tambaleante, rascándose los ojos y con el pelo desarreglado, venía Camila en mi dirección. Su aparición ante mis ojos me hizo reír, ella había vestido la sudadera que yo había separado, y para ella, había servido como un enorme vestido, batiendo poco por debajo de las rodillas, las mangas eran más grandes que sus brazos. Estaba hermosa, pero divertida. La misma se sentó junto a mí y me abrazó, recostado su cabeza en mi pecho. Retribuí el abrazo apretándola contra mí, cerré los ojos y oré a los dioses para que aquel momento durara para siempre y así que el perfume dulzón de sus cabellos invadieron mi aire, los segundos comenzaron a pasar lentos, El mundo empezó a girar lentamente. Poco a poco, prácticamente a cámara lenta, se separó de ese abrazo y me miró a los ojos. La sonrisa vino formándose lentamente en mi rostro, mi cerebro quería dibujar la sonrisa perfecta que iluminara el día de aquella mujer y pareció alcanzar su meta, pues ella sonrió en la misma intensidad y allí nos quedamos, mirándonos y sonriendo.
(...)
- ¿Laur? - Vero chasqueaba los dedos delante de mis ojos, yo estaba casi durmiendo por la milésima vez esa tarde.
- Oh, perdón, no pegué ojo esta noche. - Lo dije y bostezé lentamente.
- ¿Qué es lo que pasa?
- Camila y yo salimos a tomar nuestro clásico café y acabamos teniendo la desventura de pillar a su novio engañándola en flagrante. El alboroto que causó ya te lo puedes imaginar. Camila quedó devastada, la llevé a mi casa y nos quedamos conversando, yo intenté de mil maneras hacerla sentirse mejor, aunque fuera imposible. Ella quería emborracharse y yo me lo merecía, luego ella se durmió en el sofá y yo la llevé a la cama. No pude pegar los ojos por miedo a que se despertara sintiéndose mal o algo así. - Expliqué y Vero me miró hasta el final en total silencio, sus expresiones cambiaban a cada palabra dicha por mí, y por fin, ella se rió.
- Noto que esta chica despierta su lado más cuidadoso, no entiendo cómo consigue eso. - comentó ella y yo reí de su comentario.
- No es gran cosa. - Dije. - Pero me parece completamente absurdo que alguien rompa el corazón de una chica tan hermosa y tan increíble como ella. - Me saqué la taza de té que Vero bebía y probé un poco. Era horrible el gusto.
- Te gusta... - La frase que salió de los labios de Verónica, más bien parecía una constatación.
- Creo que no, pero si fuera así, ¡estaría jodida!
- ¿Y por qué?
Miré a Verónica tratando de no creer que había escuchado esa pregunta.
- Es hetero, tiene el corazón roto. Y otra, ¿dónde en el universo una mujer tan llena de vida como Camila se enamoraría de alguien como yo? ¡Es ilógico! - Verónica seguía mirándome como si fuera absurda mis palabras. - Camila es como una estrella inalcanzable para mí y el amor... Ya sabes. ¡El amor me odia!
- No juzgues un libro por la portada, Jauregui. Que sea heterosexual y tenga el corazón roto no la detiene de nada, al contrario, esta sería la oportunidad de que ustedes se unan a sus desgracias y hagan la suerte a su favor. - Vero dijo, poco después tomó un poco de su té. La sabiduría que Verónica escondía y exhibía en momentos raros me avergonzaba.
- ¿Estás queriendo juntarme con Camila, señorita Iglesias? - Jugué arqueando la ceja y ella se rió.
- Harían una pareja muy linda.
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The Last Coffee - Camren [Traducción]
FanficElla era una escritora en el apogeo de su fracaso, no vendía más libros, ni escribía más poemas, aún no había aprendido lo hermosa que era la poesía de un corazón en desorden. Mientras tanto, al otro lado de un mostrador, esperándola con otro café q...