Oí gritos

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Point of view Lauren

Los días avanzaron a una velocidad estupenda, cuando me di cuenta, tres meses ya habían pasado, dándonos un solo mes de intervalo hasta el nacimiento de nuestra hija.

Mientras yo tomaba mi desayuno, sentada en el porche de la sala, una sola frase me rondaba, mezclándose hay un conjunto de recuerdos, haciéndome sonreír como tonta y estremecerme: ¡El tiempo vuela!

Las agujas nunca habían sido tan rápidas en mi viaje. Pero, como dije al principio de todo, el tiempo siempre pasaba rápido cuando todo iba bien. Y, en cierto modo, pasando rápido o no, yo estaba contenta, pues, siendo rápido o lento, yo estaba con Camila, viviendo una especie de alegría que al contrario de las anteriores, no tenía fecha de caducidad. Una alegría que se encerraba al dormir y se iniciaba nuevamente cuando yo abría los ojos, encontrándome con mi latina durmiendo tranquilamente a mi lado.

Nuevamente, como una tonta, me encontré sonriendo.

Camila me estaba enseñando muchas cosas en estos días, pero de todas las enseñanzas, un solo se destacaba: Ser paciente.

- Lauren...

La oí llamarme, desde lejos, con una voz de eco. Seguramente sería un sueño, entonces, me mantuve con los ojos cerrados, bastante relaja en mis cubiertas suaves y perfumadas.

- Despierta, Lauren, por favor...

Nuevamente su voz sonó, esta vez más alta, también la sentí sacudir mis hombros. Por instinto del movimiento, abrí mis ojos y me topé con ella, agachada a mi lado, con mirada traviesa.

- Hmmm... ¿Qué pasa? - Pregunté, refunfuñando.

Camila se sonrojo violentamente y sonrió mordiéndose el labio inferior.

- Tu hija quiere comer helado de sandia... - Dijo simplemente, todavía sonriendo.

Después de oír su pregunta, me permití levantar mi brazo izquierdo y con cierta dificultad, intentar ver qué horas marcaban en mi reloj. Soltando una risa ahogada, con la cara aún parcialmente hundida en la almohada, descubrí que estaba jodida.

- ¿Y dónde crees que voy a conseguir helado de sandia a las 3:24 de la madrugada? - Hable intentando convencerla de que desistir la idea. – Si esperas un poco más, te lo compraré al amanecer.

Mis palabras parecieron no agradar mucho a la latina, pues la misma se levantó y salió batiendo los pies, pareciendo una chiquilla.

Volví a sumergir mi cara en la almohada, con la intención de volver a dormir, después de todo, tenía que levantarme temprano para trabajar, pero, estropeando mis placeres, nuevamente fui sacudida por los hombros.

- ¿Qué pasa, Camila? - Pregunté con los ojos cerrados.

- Sal de mi cama. - Ella habló de una vez, muy áspera. Abrí los ojos y ella estaba de pie, parada frente a mí, con los brazos cruzados debajo de los pechos, visiblemente furiosa, tanto que estaba roja, faltando poco soltar fuego por las fosas nasales.

- ¿Qué? - Hablé confundida, ¿Me estaba echando de la habitación?

- ¡Camina! – Camila gruñó de forma espeluznante. – ¡Sale del cuarto ahora! – Apuntó hacia fuera. – Y si TU hija nace con cara de tarro de helado, no vengas a quejarte conmigo después. – Puntuó la frase, enfatizando el "Tu", en un tono bastante rabioso, que por ventura o desventura, me hizo tener ganas de agarrarla y morder.

Fingiendo estar enojada, me levanté de la cama bufando y sosteniendo la risa, me puse una chaqueta de chándal y los pantalones del mismo conjunto y después de agarrar mis llaves del coche y mi cartera, partí para una misión casi imposible: Buscar helado de sandia.

The Last Coffee - Camren [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora