Point of view Vero
- ¡La bolsa se rompio! - Puse mis manos sobre mi cara. – LAUREN, LA BOLSA SE ROMPIÓ! ¡AYUDA! – Di un grito, sacudiendo a Lauren por los hombros.
- ¡Calmate mujer! – Sólo sentí su mano chocar con mi cara. Abrí los ojos. Las chicas también. Lucy soltó un grito que fue capaz de ser oído por toda Nueva York.
- ¡VERONICA! – Ella rugió de nuevo, esta vez entre dientes y me tiró por el borde de la camisa que llevaba. – LLEVAME AL HOSPITAL, ¡AHORA! – Lucy gruñó mirándome a los ojos. Aunque no sentía las piernas, brazos, o mi cuerpo, ayudé a mi mujer a levantarse.
- Lauren, ayúdame aquí. - Se lo pedí y ella agarró a Lucy del otro brazo.
- Camz, tendrás que recoger las cosas del bebé en su casa. – Lauren le habló a la novia, mientras caminábamos lentamente hacia la salida de la cafetería. Lucy respiraba como un cachorrito y yo sólo quería reír, reír, mearme de la risa.
- Pero yo no sé conducir. - Camila lo reveló de una forma cómica, o yo me estaba volviendo loca. Sólo sé que empecé a reír, a reír en voz alta.
- ¿De qué te ríes, Verónica? - Lucy me tiró del cuello de la blusa, haciendo que mi cara estuviera cerca de la suya. - ¿Hay alguien riéndose aquí? ¿ESTOY RIENDO VERONICA? ¿VES UNA SONRISA EN MI CARA?
- Lu, tranquila... – Lauren dijo en su extrema paciencia al abrir la puerta del coche para Lucy entrar y ella entró murmurando, Lauren cerró la puerta del coche antes de que Lucy pudiera completar la frase que estaba diciendo. Muchas palabrotas habían sido dichas en ella.
- Camila, consigue un taxi. – Dije. – Toma aquí las llaves y está todo en el cuarto del bebé, una bolsita blanca dentro de la cuna.
- Lauren, tú conduce, no estoy en condiciones. – Hablé al notar que estaba muy temblorosa, ella asintió, nosotros entramos en el coche y ella dio la salida rápidamente.
- Ok, esto no es un entrenamiento. Inspira... expira... inspira... expira... – Hablé inspirando y espirando. Tratando de no tener un aneurisma y morir antes de ver nacer a mi hijo o hija.
- ¡Ya lo estoy haciendo, Verónica! -Lucy fue dura.
- ¡Me lo estoy diciendo a mí, no a ti! – Replique y recibi una bofetada en la cabeza. Lauren cayó en una carcajada.
- ¡AH! ¡DIOS MÍO! ¡PARECE QUE HAY UN CACTUS QUERIENDO SALIR DE MI VAGINA! - Lucy volvió a gritar y ahora, golpeaba el asiento del coche, intentando superar el dolor que sentía, mientras Lauren sólo se reía. Su hora iba a llegar y yo iba a estar allí, riéndome.
En cuestión de minutos el coche se detuvo. Finalmente habíamos llegado al hospital.
- Siéntese aquí, Srta. -- Una enfermera apareció empujando una silla de ruedas, a su lado surgió Normani.
- ¿Mani? - Lucy incluso olvidó el dolor para superar su curiosidad.
- Sí, yo. Camila me llamó y estaba por aquí, así que ya he agilizado todo.
Mientras Normani nos explicaba, la enfermera y yo ayudábamos a Lucy a sentarse en la silla. Entramos y luego la obstetra atendió Lucy y la llevó a su sala. Lauren vino conmigo, pues sabía que en cualquier momento podría desmayarme.
- Sí, señorita, la hora ha llegado. – El médico dijo, después de los exámenes. – Vamos a la sala de partos. – Algunos enfermeros entraron para empujar la camilla que Lucy estaba acostada. – Ah, usted. – La médica se volvió hacia mí. – Vista eso y entre. Vamos a preparar todo y empezaremos cuando llegue. ¡Apúrase! – Me dio un paquete con la ropa que iba a ponerme y con la ayuda de Lauren, me los puse rápidamente.
- Entrarás allí como una chica y saldrás como una mujer hecha. ¡Tu familia se completa hoy! ¡Buena suerte, mi amiga! – Lauren habló con lágrimas en los ojos, nos abrazamos rápidamente y yo fui a esa habitación.
Entrando por la puerta, vi a mi esposa rodeada de médicos y enfermeras. Nunca pensé que poner a un niño en el mundo necesitara tanta gente.
- ¿El dolor ha disminuido, amor? – Pregunté en voz baja, cerca del oído de mi esposa. Ella se volvió hacia mí y sonrió.
- Estoy un poco drogada, tengo la sensación de que estoy dando a luz en medio del show de Bob Marley, ¡pero el dolor ya no es tan LA PUTA QUE LOS PARIÓ! – Lucy me apretó la mano tan fuerte, que sentí que mis huesos se rompían.
- Tienes 10 centímetros completos, necesitamos que empujes ahora - La obstetra dijo que mientras ponías una especie de vaselina en... allí mismo, de Lucy. Mi mano estaba gelatinosa, no había ni un hueso entero. Lucy llenó los pulmones de aire e inició una serie de gritos, y gruñidos, en el intervalo entre uno y otro, ella repetía la respiración de cachorro que la obstetra recomendó.
- ¡Eso nunca va a salir por ahí! – Lucy volvió a gritar y empezó a golpearme. – ¡MALDITA! ¡SI QUIERES UN HIJO MÁS QUE SALIA DE TI! ¡DESGRACIADA! ¡TE ODIO!
- ¡Adelante, chica! – La doctora intentó ponerse seria, después de reírse de la desesperación de Lucy. – ¡Ya estoy viendo su cabecita! – Ella dijo animada y miraba con atención al centro de mi esposa. Si ella estaba viendo la cabeza de mi heredero, o heredera, yo también quería ver. Caminé un poco hacia adelante y miré en la misma dirección que miraba la doctora. Mis ojos se cerraron rápidamente, mi estómago se revolvió, sentí que mis fuerzas desaparecieron de nuevo. Moví la cabeza para sacar esa horrible imagen de mi mente y volví a sostener la mano de Lucy.
- Esto volverá a la normalidad, ¿no? -Le pregunté a la doctora, aprovechándome del grito que Lucy estaba dando.
- ¡Lo he oído, Verónica!
Toda la sala de partos empezó a reírse.
- Fuerza total ahora, ¿vale? Es la última vez. Respira hondo, cuando cuente hasta tres, puja. - La doctora le dio instrucciones. Lucy que respiraba jadeante, me miró con los ojos llenos de lágrimas. Mi corazón fue destrozado en ese momento.
- Ya me oíste, cariño. es la última vez. Nuestro bebé está llegando... - susurré cerca de su oído y besé su cara sudorosa, entrelazamos nuestros dedos y ella tiró todo el aire que podía comportar en los pulmones.
- Uno... . Dos... ¡FUERZA! - La doctora gritó, junto con Lucy, que apretó mi mano y con la otra apretó el colchón de la camilla, soltando toda su fuerza. Su voz desapareció, todo empezó a volverse lento, parecía en cámara lenta, de repente, surgió el llorito de nuestro pequeño bebé.
- ¡Es un niño! – exclamó a la obstetra, mientras envolvía a mi pequeño angelito en un paño azul. Ella caminó hacia mí con mi pequeño niño en sus brazos y me lo pasó con mucho cuidado, el niñito que lloraba, se calmó al mirarme. El rostro de Lucy se reflejaba en los rasgos delicados de aquel pequeño ángel que había venido a completar nuestra familia.
- Quiero verlo... – Lucy dijo en voz arrastrada, me agaché y entregué en sus brazos el fruto de nuestro amor. – ¡La familia está completa ahora! – Ella sonreía maravillosamente y yo que ya estaba derretida en mis lágrimas, besé los labios de mi mujer, que acababa de darme el mejor regalo que podía recibir, hijo mío. John Vives Iglesias.
Ahora entendía por qué a mi esposa no le importaba el sexo. Creo que si lo supiera, no sería tan sorprendente ver a esa criatura tan parecida a nosotros. La expectativa de no saber el sexo, transformaba nuestra imaginación en un universo loco y ahora, sosteniendo a mi hijo en brazos, veía mi universo de pensamientos concretarse. Mientras mi esposa descansaba, yo sostenía mi pequeño mundo entero en mis brazos. Tan delicado, tan pequeño, pero tan amado. Yo sería capaz de dar la vida por ese niño. Sería capaz de ir al cielo, agarrar las estrellas o la luna si él quisiera. Ese chico, era ahora, la pieza que faltaba para completar el rompecabezas que es mi vida con Lucy. Y en el mundo, jamás habría alegría mayor que la que sentí ese día.
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The Last Coffee - Camren [Traducción]
FanfictionElla era una escritora en el apogeo de su fracaso, no vendía más libros, ni escribía más poemas, aún no había aprendido lo hermosa que era la poesía de un corazón en desorden. Mientras tanto, al otro lado de un mostrador, esperándola con otro café q...