Los apretones de manos son tonterías. ¿Por qué no abrazos?

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Voy a poner algunas notas de la autora que me parecieron importantes así que cuando aparezca un [N/A] quiero aclarar que no soy yo sino la autora.

[N/A]: Por favor, tengan paciencia. Un amor no se construye de la noche a la mañana. En los pequeños detalles, en los sencillos momentos, están la llave para todo. Camren va a pasar, sí, pero todo a su debido tiempo.

P.D: Foto de Mary en la portada.

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Sé que ella existe. Pero ¿en qué parte de este planeta está mientras las putas siguen encontrándome? — Charles Bukowski.

Point of view Lauren

Sutilmente mi rostro fue calentandose; el sueño pesado fue poco a poco siendo despertado por el brillo que tocaba mis párpados cerrados. Abrí los ojos repentinamente y la claridad alcanzó mis retinas cegándome por completo; los cerré nuevamente, apretando los párpados y froté mi rostro con las manos. Fueron segundos de ceguera y ardor, hasta que conseguí finalmente volver a ver; de inmediato noté que no estaba en mi apartamento terriblemente desordenado y polvoriento, por el contrario, estaba en una lujosa habitación de paredes en tonos claros y decoración moderna.

- Buenos días, ojos verdes... - Susurró arrastrando la voz femenina y melódica.

Volví mi rostro rápidamente al lado derecho de la cama y allí estaba la dueña de la voz que me había deseado un buen día: Pelo castaño, labios pequeños y carnosos y ojos hinchados por el sueño; El rostro redondo, pero bien dibujado y las mejillas rosadas la hacía parecer una muñeca de porcelana, de aquellas rusas, llamadas de Matrioska.

La había conocido el día anterior, cuando ella apareció en medio de la entrevista con Camila - alias Karla - diciendo ser una fan y pidiendo que yo firmara su libro. Se llamaba Mary Elizabeth, tenía 31 años y trabajaba como fotógrafa; ya había estado casada, pero no tenía hijos. Tuvimos una agradable charla, salimos a tomar unos tragos y aquí estaba yo amaneciendo en su cama.

- Buenos días... - Me estire, y esbozé una breve sonrisa a continuación.

Agarré mi teléfono que estaba en la mesilla de noche de madera vieja y clara, en mi lado izquierdo; desbloqueando la pantalla, vi llamadas perdidas de Verónica y un solo mensaje de Normani, pidiéndome encarecidamente que fuera puntual en llegar a la editorial. También vi la hora, aún era temprano, pero tenía que empezar a organizarme.

Me levanté de la cama y empecé a recoger mi ropa que estaba tirada por el suelo.

- ¿A dónde vas? - Elizabeth preguntó, viéndome ponerme ropa interior.

- ¡Tengo que trabajar! – Dije y cerré el sujetador. – Mi representante me odia y si llego tarde, es probable que me ponga la cabeza en una guillotina. – Reí de mis propias palabras, se rió junto.

Me puse el vestido y sobre los hombros la chaqueta.

La mujer que analizaba casa acto mío, como quien asiste a un ballet; estaba abrazada con una almohada, que cubría sus partes íntimas desnudas. La miré una vez más y sonreí suavemente.

Una mujer hermosa merece una sonrisa.

¿De dónde venía ese exceso de amabilidad? No tenía idea. Sólo me sentía – por alguna razón demasiado feliz.

Hasta demas.

- ¿Puedo invitarte a desayunar? – Sugerí, sentándome en la banqueta de su tocador victoriano de color blanco, extremadamente antigua y anticuada para la modernidad de aquella habitación.

The Last Coffee - Camren [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora