Entrega

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La fiesta era un completo cliché, obviamente Tyler había sido invitado, y por consecuencia a quién llamaban su "perrito faldero" o sea yo. Todo era completamente normal pero Tyler tenía una mirada un tanto perdida, un tanto extraña. Se veía nervioso he incluso le temblaban un poco las manos. —Tyler. —le dije, mientras pasaba mi mano frente a su rostro.
—No-no es nada, sólo estaba pensando en algo.—me dijo, ahora con sus ojos de siempre y una pequeña sonrisa que mostraba su ligera vergüenza por ser "descubierto" en sus profundos pensamientos. —Josh tengo algo que decirte, he estado pensando mucho sobre algunas cosas, creo que lo que tú y yo tenemos no es correcto. —Tyler, ¿qué quieres decir con eso?. —Jamás me había sentido tan asustado, esas palabras tan fuera de contexto, tan carentes de sentido, me hicieron temblar y pensar en demasiadas cosas, por supuesto no eran cosas buenas. —Tyler ¿porqué dices eso? —Le contesté con una expresión aterradora en mi rostro. —Josh tengo que decirte algo pero necesito que sea en un lugar en el podamos hablar, aquí hay demasiado ruido.—salimos de aquella casa ruidosa, sólo podía ver la decoración de un hombre colgado, y pensaba en lo profundo de mi mente, que Tyler, no tenía cosas buenas que decirme. Nos dirigimos a lo profundo del bosque, ya que la casa estaba literalmente a lado. —Tyler me miraba con ojos cazadores y brillantes, se sentía un ambiente caótico, sentía una especie de electricidad y mi corazón mientras más nos adentrábamos en el bosque, más sentía cómo se quería salir de mi pecho, no era miedo, pero se sentía demasiado fuerte, como un golpe que emergía y se encerraba dentro de mi estómago. Llegamos a una casita del árbol que juzgando por su apariencia parecía abandonada. —Josh. —Tyler se giró hacia mí, diciendo mi nombre e interrumpido mis pensamientos. —¿Qué pasa Tyler? ¿Porqué me trajiste hasta aquí? .—Tyler me miró y me sonrió ligeramente.— Ésta es mi antigua casa del árbol, sólo quería traerte aquí para que la conocieras, creo que aún está en buen estado. —Tyler empezó a subir los escalones, estiró el brazo, movió su mano y con un tenue movimiento de su cabeza, me invitó a subir. Por supuesto que lo hice, y por fin llegando a la cima, nos adentramos a la rústica casita. —Josh ¿qué te parece? —Tyler parecía entusiasmado.—pues creo que está muy bien hecha.—le respondí muy complaciente —nos sentamos y fue entonces que Tyler empezó a acercarse lentamente hacia mí, mi corazón se aceleraba, sentía una gran fuerza magnética, supongo que es a lo que la gente llama "química".

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