Más extraña

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A casa

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A casa. 

No he podido dejar de pensar en esas palabras y es que nunca pensé que llegaría a conocer su significado. 

Vivir con mis padres en un lugar nunca significo que yo lo considerara mi casa, menos cuando era un espacio lleno de recuerdos tormentosos y experiencias traumaticas relacionadas con el descubrimiento de mis habilidades. Luego viví en una casa hogar que más bien se volvió un campo minado en el que no podía dar un paso sin antes meditarlo, por no querer lastimar a nadie. Gracioso porque todos los niños la consideraban hogar, nos trataban bien, se preocupaban, y procuraban brindarnos lo indispensable pero ahora que lo pienso, mi mnte nunca formuló la idea de querer permanecer. 

Entonces me fui y la calle se volvió mi lugar seguro, no tanto porque me hiciera sentir de esa forma sino porque podía moverme con libertad sin el terror de cruzarme con alguien que probablemente terminaría herido. No era mi hogar pero nadie me notaba y pasar desapercibida me hacia sentir normal, me hacía olvidarme de quien realmente era. 

Hasta que llegaron los Vengadores a mi vida y todos los esquemas que creía inquebrantables terminaron difuminándose. La palabra hogar comenzó a cobrar sentido y ya no me importaba si la base era la Torre Stark o el Complejo porque entendí que un hogar no siempre es un lugar, sino aquello a lo que sabes que siempre regresaras, a donde sabes que perteneces y mi hogar son ellos. 

 Ellos se volvieron mi lugar seguro, mi escape de los problemas, de los recuerdos... de mi pasado. 

Claro que no por eso el valor de importancia del Complejo se reduce, al contrario. Es un lugar que de alguna forma ha sido testigo de cada uno de nuestros actos, del lazo tan fuerte que formamos como familia y aunque no quiera aceptarlo también del rompimiento del mismo. Nos ha visto crecer y alzarnos en lo más alto, sintiéndonos invencibles por el simple hecho de estar juntos, pero ya no más. 

Así entre pensamientos contradictorios, sentimientos encontrados y las leves caricias que Steve se encarga de dejar sobre mi cabello, consigo quedarme dormida, con la cabeza recargada sobre su regazo. 

La oscuridad no se hace esperar dando paso a un bonito lugar.

Diría que nunca he estado aquí pero se me hace tan familiar que ignorar el sentimiento es casi insoportable. No es Nueva York, de eso estoy segura porque la gente me ve pasar y en lugar de retirar la mirada, me sonríen y me saludan como si me conocieran de toda la vida.

Casi parece una imagen sacada de un libro de cuentos, el cielo está tan limpio que creo que puedo ver las estrellas aunque sea de día, hay un enorme mar que a simple vista parece imponente y algo aterrador pero solo termina de coronar el camino que lleva a un hermoso y reluciente palacio.
La estructura se alza ante mi con tal delicadeza, sobriedad y elegancia que me es casi imposible apartar la mirada.

Me quedo inmóvil en mi lugar debatiendo si es una buena idea pasearme y ver un poco más o intentar adivinar de que se trata todo desde aquí, pero al final la primera opción me parece la más atractiva y emprendo camino hasta el palacio.

F O R  Y O U [Steve Rogers] (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora