Gamora
Observo con detenimiento cada rincón de está inmunda y solitaria nave y me pregunto en que momento me atreví a ir en contra del destino para que ahora se burle de mí de esta manera. Trayéndome de vuelta a la nave a la que, una vez, juré jamás regresar.
Creo que lo único que hice mal, fue haber subestimado el poder de Thanos. No quise admitir que habíamos crecido juntos, era obvio que usaría todo lo que me enseñó contra mí.
Fui tan ilusa. Creí que morir a manos de Peter sería difícil, pero seguir viva y saberme ser esa delgada línea que le impide a Thanos llevar al resto del Universo a la perdición, es... simplemente aterrador. Puedo sentir el dolor y el miedo, recorrer cada respiro y llenar mi pecho de un profundo vacío, no sé justamente donde duele, pero se siente que quema y destruye todo en poco tiempo. Es el tipo de dolor que te baja las defensas y las fuerzas y te deja lleno de dudas, y aunque trato de luchar contra el, siento como me va consumiendo.
Salgo de mi ensimismamiento en cuanto escucho sus pisadas y me levanto al verlo entrar con un tazón en mano. Lleva esa mirada que me dedicó el día en el que me encontró; me mira creyendo que volveré a ser una niña asustada y desamparada.
-Pensé que tendrías hambre - extiende el tazón en mi dirección y cuando lo tomo, siento que en la boca de mi estomago se asienta un remolino de emociones encontradas. No estoy obligada a callar, ya no estoy obligada a obedecer, y con ese pensamiento fresco en mi cerebro, lanzo su ofrenda de paz, con toda la rabia que puedo, contra la base de la silla detrás de mi.
Como era de esperarse, el vaso se rompió en mil pedazos, pero ni eso le brindó a mi corazón el alivio que necesitaba, sino todo lo contrario.
-Siempre odié esa silla
-Eso me has dicho - responde él, aún de espaldas a mi con ese tono de voz imperturbable que tanto desprecio - aún así tenía esperanza de que te sentaras en ella.
Evito soltar una carcajada ante la ridiculez que acaba de decir. ¿Yo? ¿Sentarme ahí y convertirme en alguien igual a él? Prefiero sufrir el peor de los infiernos.
No, yo ya había dado un salto gigante al intentar redimirme. Cambié el curso que comenzaba a tomar mi vida y decidí transformarlo, decidí mejorar. Y dolió, pero me sirvió para abrir los ojos, para darme cuenta que ese no era el camino que yo quería perseguir.
-Odiaba este cuarto, esta nave... odiaba mi vida.
-También me lo dijiste, todos los días - murmura cuando pasa por mi lado, para poder tomar asiento en los escalones - Por casi veinte años.