La llegada de Thor a Wakanda le dio un giro inesperado a la batalla. La nueva arma que portaba era mucho más poderosa que su martillo, lo cuál, sumado a su rabia, lo convertía en un torbellino furioso que arrasaba cuánto tocaba y soltaba rayos a diestra y siniestra.
Los hijos de Thanos comenzaban a ponerse nerviosos, Steve pudo notarlo cuándo concentraron la mayor parte de sus tropas en hacerle frente al Dios del Trueno.
Volvió la mirada a su amigo, Bucky consiguió despejar el área con ayuda de... bueno de un mapache. Las cosas se ponían más raras por momentos, pero prefirió dejar las preguntas para después. Atravesó el campo hasta la zona en la que se encontraba el Asgardiano y rápidamente se propuso cubrirle la espalda.
Cada uno cubrió un flanco diferente y después de que Steve propinase un fuerte golpe para derribar a una de las últimas bestias que conformaban aquella oleada, se volvió hacia el rubio de otro planeta.
No había tenido oportunidad de cruzar palabra con Thor, pero no era necesario hacerlo para darse cuenta de lo diferente que estaba.
-¿Otro look? - preguntó con dificultad. Su voz desvelaba tanto su agotamiento físico cómo su cansancio emocional.
Thor le dedicó una sonrisa casi imperceptible. Estaba feliz de ver nuevamente a sus amigos.
-Noté que copiaste mi barba - le devolvió la observación con el mismo humor y Steve asintió - Por cierto, es un amigo mío. Tronco.
El primer Vengador no hizo preguntas, simplemente miró en la dirección en la que señalaba y se encontró a una especie de árbol parlante que atravesaba con sus ramas a varias bestias.
-¡Yo soy Groot!
-Y yo Steve Rogers.
《☆》
Wanda retiró sus manos de las sienes de la platinada en cuánto la vio abrir los ojos, cómo si el contacto le quemara las palmas. Emilia se incorporó lentamente sobre la banca, sintiendo la mirada inquisitoria de la pelirroja sobre ella. Sabía lo que venía a continuación.
-No lo estarás considerando en serio.
-Wanda, por favor...
-Tú misma reprendiste a Visión cuándo supiste que destruir la Gema podría traerle consecuencias fatales y ahora quieres hacer lo mismo - sus ojos destellaron en escarlata - ¡Le prometiste a Steve que no te perdería!
-¡Lo sé! - respondió, presa de la desesperación - Ya sé lo que prometí, pero también sé que esa es la única manera de mantenerlos a salvo y esa es mi prioridad.
La sokoviana abrió la boca para rebatir algo más, pero entonces un estruendoso sonido proveniente de afuera, resonó por todo el lugar. Pero no fue precisamente eso lo que llamó su atención, sino el ligero temblor bajo sus pies.