Marioneta[Vegeta Y Bulma]

(Vete.)

Capitulo 26.

Apretó su mano atada al pequeño sofa de cuero a su lado con todas sus fuerzas, respirando con impaciencia y dificultad, mordiendose los labios con los ojos cerrados, tratando de soportar el inmenso dolor de los dientes del pintor encajarse en su cuello como si se tratasen de agujas. Dolía, tanto que sentía que se desvaneceria en cualquier momento, sintiendose ansiosa por que toda esta tortura terminará. Sus caricias eran bruscas, encajando sus uñas en su piel, arrañandola com ahínco, mientras se encargaba de destrozar su ropa una por una. Cuando la tortura en su cuello termino, se sintió aliviada, pero todo eso fue peor cuando sin previo aviso su rostro bajo para que sus labios comenzarán a mallugar uno de sus pechos haciendola agonizar a un mas de dolor.

-Para...-Suplicó con dificultad, intentándolo apartar.-Para, me esta dol-doliendo, duele.-Dijo con la voz rota.

-Guarda silencio.-Sentencio, con la voz agitada, sosteniendo sus muñecas con fuerzas y poniendo casi todo el peso de su cuerpo encima de ella inmovilizandola.-No quiero que hables, ni mucho menos que grites.-Le ordeno, mirandola a los ojos.

Bulma lo miró, desconcertada, comenzandole a invadir un gran pánico a lo que sucedería. Sus caricias, su mirada, sus besos. Todo se sentía tan brusco, que le asustaba, nunca antes la había tratado de esta manera, como si se tratara de un simple objeto, dejándose llevar solamente con su satisfacción, siempre fue atento, hasta un tanto cariñoso cuando ambos tenían intimidad, procurando por su bienestar en lugar que el de el. Y eso le asustaba, no conocía de lo que sería capaz si lo dejaba continuar más allá de esto. Pero, tampoco podía parar las cosas ya estaban hechas. Su grave error fue suponer que vegeta no sería brusco al hacerlo. Que equivocada estaba.

-¿Me oiste?.-Preguntó y ella no le respondió al instante, cosa que lo hizo enfurecer.-¡Hey!.-La agarro de las mejillas, sobresaltandola, sintiendo sus mejillas doler por el agarre y fue entonces cuando, cínicamente empezo a reír.-¿Qué pensabas? ¿Qué sería dulce contigo?.-Preguntó con ironía, riéndose aún más ante la mirada atonita y temerosa que sus ojos azules le miraban.-No princesa, esta vez las cosas serán muy distintas y te aseguro una cosa-Se acercó a su oido, lamiendo su lóbulo con morbosidad, estremeciendola.-... Nunca en tu vida alguien re abra follado tan duro como yo lo haré en tu vida.

Bajó sus manos, dejando una grandes líneas rojas desde su abdomen hasta su pelvis con sus uñas, provocando en bulma un dolor punzante pero extrañamente placentero. Las únicas prendas que a bulma le quedaban puestas se trataba de un pantalón corto y su ropa interior, toda la demas ropa se encontraba masacrada, regada en todo el estudió pieza por pieza. Ambas manos sostuvieron el inicio de sus pantalones, y como si se tratara de una simple hoja las jalo rompiendo la tela de un solo tirón, lo mismo hizo con su ropa interior, dejándola completamente desnuda y a su merced. Bulma se sobresalto, soltando un chillido luego de sentir como de golpe entraba dentro de ella luego de que liberara su miembro en un rápido movimiento.

Apretó sus hombros con fuerza, tratarlo de retenerlo al entrar mas en ella. Ardía tanto, al no estar completamente lubricaba la intromisión le dolía, pero al parecer eso erá lo menos que le importaba al pintor, pues a pesar de sus súplicas, entraba mas, tapando su boca con una de sus manos sintiendose extasiado por ver esa mirada llena de dolor, viendo por sobre toda su piel blanca las marcas al rojo vivo que le había dejado por todo su cuerpo. Chupetones que eventualmente se empezaban a tornar rojos con ligero toque de morado.

No tardo mucho para empezar a moverse, siendo rapido y torturoso. Sujetando con fuerza las piernas de bulma alzandolas hacía cada uno de sus hombros, mientras recargaba sus manos a los costados de su pequeña cintura iniciando un vaivén de duras embestidas. Bulma arqueo su espalda, mordiendo sus labios, sujetandose inutilmemte de la orilla del pequeño sofa que se encontraba a lado, tratando de resistir las duras embestidas las cuales dolian, sintiendo su miembro entrar de forma dolorosa en su intimidad hasta el fondo, como nunca antes lo había sentido durante todo este tiempo en el que llevaban juntos.