Capítulo 9: Oh mi Diosa!

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Capítulo 9: Oh mi Diosa!

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¡Asco de vida!— gruñó en ese preciso instante.

Había corrido durante casi toda la noche y ahora ya no le quedaban fuerzas, quien sabe cómo rayos había logrado subirse al árbol, pero sus manos pronto cederían para soltarse de aquella rama y caer en las fauces de las salvajes bestias.

Los Stalwolfs lo habían rodeado completamente, solo eran dos pero con eso le bastaba.. morir a la edad de doce años... bueno por lo menos había sido una casi larga decente vida.

Una de las bestias dio una embestida contra el árbol y el pobre chico terminó cayendo duramente contra el suelo.

¡Diablos!— murmuró mientras las esqueléticas bestias se le acercaban. — Han sido malos días... pero no precisamente los peores. — susurró dándose por vencido.

Ya no le quedaban fuerzas ni en su cuerpo ni tampoco en su mente. Cerró los ojos con fuerza esperando escuchar como se lo devoraban. Y entonces...

Un sonido estridente, como si algo se hubiera roto en mil pedazos. Abrió los ojos de sobremanera y frente a él apareció la visión más extraña que jamás se hubiera podido imaginar en la vida.

Uno de los Stalwolfs salió volando despedazado.

¡A ver si tú quieres otro!— bramó la chica con el bate de béisbol en la mano.

La creatura esquelética salió corriendo mientras su compañero se hacía polvo con las primeras luces de la madrugada.

Él se quedó pasmado, boquiabierto, tirado en el suelo junto a aquel árbol.

La joven de cabellos rubios se viró para sonreírle.

¿Estas bien?— preguntó con demasiada calma.

Él asintió con la cabeza. Sus bonitos ojos azules lo habían dejado hipnotizado.

Entonces... adiós— y se marchó con lento paso.

Ohhh. ¡Mi diosa!— clamó totalmente anonadado

Se levantó rápidamente y quien sabe de dónde había sacado las fuerzas.

Voy a seguirte a donde sea, incluso si es a los más recónditos lugares del inframundo.

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—Link— lo llamó al encontrarlo en la sala de música— Oye, despierta.

Tenía pensado tirarlo al suelo como solía hacerlo siempre, pero le pareció que ésta vez no solo estaba dormido. Tenía un montón de ojeras en los ojos y a pesar de haberse quedado dormido en todas las clases todavía parecía cansado.

—Link— susurró de manera preocupada, lo meció de la silla y él despertó de inmediato.

—Hola preciosa, que bonito despertar y ver tu rostro.

—Oye, ¿Estas bien?

—Si— dijo mientras se desperezaba.

— ¿Que te ocurre?, ¿Otra vez no has podido dormir en la noche?

—No.

— ¿Qué te pasa?, ¿Te sientes enfermo?

—No.

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