Capítulo 37: Furia Mogma (Segunda Parte)

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Capítulo 37: Furia Mogma (Segunda Parte)

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"Lo que yace más allá de la Oscuridad"

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Z-Corp. 5 años antes...

—Imbécil— bufó una voz ronca. Se notaba que aquel hombre pelirrojo de edad madura estaba furioso.

El lizalfo agachó la cabeza, jamás en la vida había tenido un fracaso tan pero tan vergonzoso.

Tenía un chipote en la cabeza, arañazos en la cara y le faltaba la cola. De las tres cosas la última era lo de menos, seguro la extremidad algún día crecería. Pero lo que no podía entender era de donde había salido semejante magia abrumadora, había estado tan asustado que lo último que recordaba era haber huido, había rodado por las escaleras y al final de todo cuando creía que la había librado se había topado frente a frente con el mismísimo demonio.

—Tienen una Sheikah. — profirió escupiendo las palabras

— ¿Una Sheikah?

Oh sí. Tenían una Sheikah, una Sheikah terriblemente furibunda.

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Y la dichosa estaba justo en el despacho del hombre del Z-Corp. Gustav estaba ahí al lado, mientras el cuarto se llenaba de guardias y cuidadores del edificio.

—Señores. — Habló, su voz parecía serena pero retumbó hasta el más ínfimo rincón de su despacho.

El séquito del Z-Corp miraba impaciente mientras su jefe encendía el monitor que tenía justo al lado.

—Anoche un intruso se infiltró en el edificio— dijo mientras ponía en marcha el vídeo de vigilancia. — Afortunadamente Impa escuchó ruidos y le encontró antes de que pudiera subir a los pisos superiores. Le ha echado a patadas y ha huido, no sabemos si sigue vivo o si se lo comieron las creaturas de Twili. De cualquier manera...

Se levantó de la silla, todos los guardias de seguridad sudaron en frío.

—Es inaceptable. No culpo a nadie, pero si vuelve a ocurrir les juro que los despediré a todos.

Gustav soltó una risita nerviosa mientras los pobres empleados temblaban de miedo. Por el rabillo del ojo miró a Impa, estaba pálida, seria y ojerosa.

La Sheikah no se había despertado realmente porque hubiera escuchado un ruido. Las imágenes de la noche pasada corrieron por su cabeza; se había levantado de un sobresalto al sentir una magia abrumadora y amenazante, y entonces sí que había escuchado un ruido, un alarido aterrado y siseante. Había salido de su habitación y seguido el rastro de magia el cual despareció pocos segundos antes de toparse con el lizalfo, el reptil intruso parecía aterrorizado y caminaba de forma torpe tirando zarpazos al viento, hasta que se dio cuenta que había sido descubierto y entonces había recobrado la compostura y lanzado un siseo malintencionado.

Impa lo había mirado con rabia, el resto había sido historia, le había propinado un golpe tan fuerte en la cabeza que por poco y lo desmaya.

Aunque al final el instinto lo había hecho huir por una ventana, Impa no podía dejar de pensar en el origen de aquella magia extraña que la había despertado.

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