Capítulo 28: Trotadores de Mundos (Quinta parte)

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Capítulo 28: Trotadores de Mundos (Quinta parte)

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"La herencia del pequeño Lobo"

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— ¡Cómo que no está!— gruñó de forma colérica y asustada. Temprano esa mañana había recibido una carta de amenaza en la que lo chantajeaban de mala manera y lo amenazaban con raptar a su pequeña hija.

Le había dicho a Zelda que no saliera, pero después de no encontrarla y buscarla durante horas, comenzó a preocuparse, los videos de seguridad terminaron por confirmarle que había salido fuera del edificio y tan pronto como captó el peligro llamó a Impa y a todos los guardias.

El Z-corp literalmente se desvalijó y todos los empleados salieron a buscarla por las calles.

—Oh... señorita Zelda— clamó Hatoru con tristeza. —Seguro que se ha ido a buscar a Link de nuevo.

— ¿A Link?— preguntó Daphnes con la cabeza en otro lado.

—Ese pequeño hylian al que había rescatado.

El empresario desvió la mirada, no entendía que tenía que ver aquel vago con esto. No entendía que su hija se había encariñado de sobremanera con esa persona.

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El tenue rojizo del atardecer se había vuelto verdaderamente hermoso, las calles estaban algo desoladas debido a que se aproximaba el crepúsculo, pero Zelda y Link caminaban con paciencia, de forma silenciosa y al mismo tiempo con pequeñas y traviesas miradas.

— ¿Te sientes bien?

— ¿Qué?

—Desde hace rato noto que te tambaleas.

—Estoy bien— clamó ella de forma alegre, pero era una caminata larga y pronto la cogerá se volvió más que evidente— ok creo que me lastime por haber corrido como loca— contestó ante la inquisitiva mirada que Link le lanzaba.

De forma inesperada él se detuvo, ella parpadeó confundida y después cuando él le dedicó unas picaras miradas no pudo evitar sonrojarse, de la nada la cargó sobre su espalda y profirió una ligera risa al escuchar que Zelda soltaba un pequeño gritito antes de aferrarse a su cuello.

— ¡Link que haces!

—Llevarte a casa, — clamó con una sonrisa – voy a llevarte de caballito.

—Que locura— refunfuñó de forma juguetona— vas a cansarte.

—Claro que no— siguió hablándole de manera alegre y ella juntó su mejilla con la de él por encima de sus hombros.

—Seguro que peso muchísimo.

—No... eres ligera como un pluma, ¿Estas segura de que no eres una diosa?, seguro que sólo los seres divinos son así de suaves y livianos.

—Ay Link— le dijo mientras se reía un poco— te extrañaba— clamó con cariño mientras se aferraba a su cuello.

La gente que todavía transitaba los veía con ojos curiosos, era extraño que un chico llevara a una chica a cuestas de esa forma y además que lo hiciera como si nada.

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