Capítulo 20: El origen del Lobo y de la Diosa (Tercera parte)

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Capítulo 20: El origen del Lobo y de la Diosa (Tercera parte)

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"Sentimientos Afines"

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El Amanecer en Las calles de Hyrule City, hace 6 años...

Había seguido al chico sin siquiera darse cuenta, no sabía como pero se había obligado a si misma defenderlo, caminó de manera lenta hasta su casa escuchando que tras de ella andaba a paso lento.

—"¡Cielos!, me está siguiendo ¿¡ahora qué hago!?"— suspiró de manera temerosa y algo cansada, no podía haberle pasado algo más extraño.

Las calles desérticas se iluminaron a la luz del día, sentía nervios pero tampoco se arrepentía por nada, era sabido que al caer la noche nadie abría las puertas por temor a las creaturas, así te estuvieran comiendo o matando enfrente de alguna casa, estaba seguro que ninguna puerta se abriría, de no haberlo seguido, seguro que se lo habrían devorado.

Miró de reojo a sus espaldas, el chico caminaba de manera coja a unos cuantos metros de distancia como si estuviera herido.

—"¿Lo habrán mordido?"— la pregunta se quedó rondando en su cabeza, si eso era cierto era mejor que ni se le acercara, la esencia maligna de las creaturas de Twili podía llegar a ser muy corrosiva.

Aun así... miró hacia atrás y vio sus ojos tristes.

—Lo siento— susurró al tiempo que entraba a su casa por la puerta trasera, cerró las rejas y le dio la espalda.

Rinku se movió como pudo hasta los barrotes, se aferró a ellos con la poca fuerza que tenía.

—No te vayas... no me dejes— clamó de forma triste, estaba asustado y confundido, la había seguido instintivamente, cegado con la esperanza de encontrar protección a su lado.

Las lágrimas le nublaron la vista y su respiración se volvió tortuosa al tiempo que la veía entrar a su casa dejándolo abandonado. Estiró su mano a través de la rejilla como esperando a que lo viera y regresara para cuidarlo.

Pero ella no se viró en ningún instante...

Después de cerrar la puerta Zelda suspiró con tristeza, no sabía porque le había dolido tanto dejarlo en la calle, lo había salvado pero ¿acaso no era suficiente?, entró en los elevadores sintiendo que se ahogaba. Balanceó hacia atrás la cabeza hasta que golpeó contra la pared del ascensor, en menos de lo que pensaba había llegado al piso treinta, entró a su alcoba y miró un desastre tremendo, al parecer su padre lo había saqueado todo.

Suspiró con mucho cansancio.

—Idiota... y no pudiste buscar simplemente bajo la cama— clamó sabiendo que su bate se había salvado.

Sorteó los obstáculos hasta llegar a al balcón de su ventana, corrió la cortina y miró hacia afuera con tristeza, la vista del pequeño chico aferrado al cancel de su casa le partió el alma, se llevó las manos a los ojos intentando virase y llegar a ciegas a la cama, pero no avanzó demasiado antes de tropezarse con algo en el piso.

—Lobito... mira cómo te han dejado— susurró aferrándose a lo que quedaba del peluche de su madre, por alguna extraña razón en su mente visualizó la imagen de los stalwolfs, ¿Así habría quedado ese pobre chico? Cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos un sentimiento extraño le había nacido desde el alma.

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