Capítulo 52: Twilight GAMES (Segunda Parte)

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Capítulo 52: Twilight GAMES (Segunda Parte)

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...

La sombra del pasado

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Fueron los primeros en encontrar al guardián, el público en las gradas aun tardó en darse cuenta de la presencia que merodeaba en el escenario. Pero para ese entonces los cristalinos ojos de Link ya habían sentenciado a la misteriosa bestia.

—Vamos...

La Diosa fue la primera en avanzar. Su fiel compañero el Lobo la seguía estando muy cerca. Se acercaron al "nido" de la creatura casi a hurtadillas, cuidando con sumo cuidado no delatar su presencia.

El ser oscuro estiró lo que parecía ser su cuello. Dos grandes destellos rubíes adornaban lo que parecía el rostro, y una nube negra se desprendía desde un orificio, quizás aquel fuera su aliento, pero con semejante bruma oscura rodeándola era difícil decirlo.

Zelda engulló aire, cerró los ojos y llevó sus manos a los costados, buscó a tientas sus pistolas pero las armas ya no estaban en su sitio, las había perdido en su pelea contra Cronos.

—My lady— susurró la voz a su lado. El fiel acompañante la tomó por la cintura y ahí colgó el cinturón que se había perdido. Link había cogido las armas de su compañera en un acto reflejo mientras huían

—Gracias

—Si— respondió a secas, se abanicó un poco y trató de desviar la mirada.

La creatura se movió internándose en las rocas, reptando, dejando tras de sí rastros de su esencia, unas huellas enormes y reptidas, y un olorcillo a azufre. Zelda sintió cierto escalofrío, a veces las sensaciones que causaba el juego se sentían tan reales que le daba miedo.

— ¿Qué te parece si lo emboscamos?... Link...

Por un segundo creyó que lo había perdido, estaba tan cayado que su presencia apenas si era perceptible. Zelda se viró de golpe pero en ese instante fue acorralada contra la roca más cercana. Link la atrapó contra el granito, la sostuvo ahí, cautiva, prisionera. Ella simplemente soltó una risita nerviosa.

— ¿Qué haces?... ¿Link?, no es momento para ésto.

—Es tu culpa, Zel.

Ella ladeó la cabeza de manera tierna. Tiempo atrás lo hubiera golpeado y después habría huido. Pero no ahora que eran pareja, tenía que admitir que le encantaba que la tratara de esa forma posesiva.

— ¿De dónde sacaste eso?

—De por ahí— musitó aun jugando con su mentecilla— ¿te gusta?

—Zel, por las diosas...—gruñó, no podía quitarle la vista de encima, es decir, le había notado ese nuevo atuendo desde que puso un pie en el estadio Dragonfly, aunque por la urgencia que tenia de reunirse con ella aquel asunto había pasado a segundo plano.

—Hey...— le coqueteó, le puso un dedo en los labios frenando así lo que pudo haber terminado en un beso.

—Ok... si... digo no.

— No, ¿Qué?— le gruñó entre risas.

—Lo amo y lo odio por igual.

—Oh, ¿entonces, no me veo bonita?

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