Capítulo 25: Trotadores de Mundos (Segunda parte)

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Capítulo 25: Trotadores de Mundos (Segunda parte)

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"Respuestas desde el bajo Mundo"

1

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Las Lindes del gran centro aproximadamente 6 años antes...

Link— volvió a musitar mientras batía la olla de los frijoles— te juro que me suena de algún lado.

—Si— susurró Link de forma cansada.

La casa de Linebeck era un pequeño jacal* techado que se erigía a las afueras del centro en el lado sur de Hyrule City, tenía un pequeño alambrado eléctrico como protección contra las creaturas de Twili y alrededor habían ciertos depósitos con un líquido viscoso y fétido.

El pobre Link llevaba cerca de media hora tratando de aguantar las náuseas.

— ¿Por qué tienes eso ahí afuera?— preguntó sumamente mareado y agonizante.

—Ya viste ese alambrado, está para llorar amigo, el olor camuflara el nuestro para que las creaturas de Twili no nos encuentren— clamó con cierto orgullo.

—Moriré antes de que me coman— gruñó con una mueca graciosa.

— ¡Venga, Link!, no mueras que se me acabara el negocio.

Después de cierto tiempo terminó por acostumbrarse, de la manera más extraña comió de forma agradable, era tan raro entender que ya no estaba con Zelda y que las cosas ahora eran o muy insípidas o demasiado condimentadas.

—Eres un horrible cocinero— había gruñido recordando lo bien que había comido estando con su diosa.

Linebeck también gruñó ante el comentario pero lo pasó de largo porque no era la primera vez que se lo decían.

—Entonces Link, ¿Qué pasó contigo?

—El sistema de seguridad que tenía mi casa colapso de una forma misteriosa— habló mientras Linebeck se sentaba junto a él en una mesita cuadrada con sillas de madera— las creaturas de Twili se aprovecharon de eso.

— ¿Y cuantos quedaron?

—Sólo yo— susurró mientras estiraba la mano hacia el centro de la mesa y tomaba una tortilla un poco quemada.

— ¡Vaya!, eres un grumete con suerte, normalmente los niños son los primeros en ser comidos, supongo que son tiernos y jugosos.

—Supongo que si—le dijo Link con una voz neutra, después de todo, el cansancio le había cubierto las emociones.

Afuera los gruñidos de las bestias resonaban de forma inquieta y de un momento a otro se le fue completamente el hambre.

—Es difícil vivir con miedo chico— susurró Linebeck— si quieres salir de esta vas a tener que superarlo, hazte a la idea de que los Twili ya forman parte de éste mundo.

—Lo sé— clamó desviando la mirada

— ¿Hace cuánto que estas así?

—Unos días

— ¿Y en donde has sobrevivido desde entonces?

—En casa de una amiga, pero tuvo problemas con su padre por haberme ayudado y por eso termine en las calles de vagabundo.

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