Capítulo 18: El origen del Lobo y de la Diosa (Primera parte)

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Capítulo 18: El origen del Lobo y de la Diosa (Primera parte)

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"Amargas despedidas"

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Al final cuando salió el sol cayeron sumamente rendidos, él se había quedado dormido encima de ella y Zelda le acariciaba la cabeza de forma alegre.

Sus cristalinos ojos se perdieron en el arremolinado pelo de su compañero que de forma extraña todavía conservaba el agradable aroma del shampoo de la noche pasada, entre recuerdos extraños y raras jugadas del destino, casi se había muerto dos veces de la misma manera.

—"Pero de no ser por la estupidez de mi padre no sería tan feliz como lo soy ahora"— su mente divagó entre sus propias palabras haciendo un eco sordo y casi infinito.

Había rescatado a un chico y a cambio había ganado la felicidad para toda su vida...

El mejor regalo del mundo— clamó de forma queda mientras estrujaba a Link en sus brazos reclamándolo realmente como suyo.

Le dio un tierno beso en la frente y no podía terminar de entender como era que las cosas más extrañas siempre le pasaban el día de su cumpleaños. Ese día, el año pasado y también.....

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Z-Corp 6 años antes...

Llevaba más de un año sin poder sonreír de nuevo, aunque el dolor había pasado, en su alma todavía se erguía la tristeza, un viejo periódico guardado bajo su colchón lo decía todo.

Ariane, la señora del Z-corp sigue desaparecida después de tres meses, se cree que las creaturas de Twili tuvieron algo que ver en el asunto, nadie a determinado todavía porque después de 200 años han vuelto y de manera implacable, aunque el umbral ha estado abierto desde hace dos siglos es difícil creer que apenas hace algunos meses las creaturas se hayan ensanchado con tanta rabia a éste mundo.

A petición de las familias de las personas desaparecidas en las noches de los últimos meses el gobierno de Hyrule City trabaja en un nuevo proyecto de protección para la ciudad.

—Feliz cumpleaños, Zelda— suspiró para sí misma recostada desde su cama, en una habitación en el piso treinta del edificio más alto que había en toda la manzana, el reloj marcaba las tres de la tarde pero nadie había ido todavía a buscarla.— te extraño mami— susurró de forma triste.

Unos leves toquidos sonaron en la puerta, se levantó con desgana y al abrirla no vio a nadie.

— ¿Si?— preguntó confundida, hurgó con la vista el pasillo de la estancia y al no encontrar a nadie irremediablemente se dio la vuelta.

—Argggg— gruñó una voz divertida a sus espaldas, quien sabe cómo se había colado pero ahora estaba justo detrás de ella.

La curiosa cara del lobo pardo la sorprendió de sobremanera y gritó de manera graciosa para después refunfuñar moviendo los brazos.

— ¡Abuelo!, ¡Casi me matas del susto!

El hombre rio con voz profunda, con esa típica carcajada que hacen los viejitos demasiado joviales.

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