Capítulo 23: El origen del Lobo y de la Diosa (Sexta parte)

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Capítulo 23: El origen del Lobo y de la Diosa (Sexta parte)

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"El Lobo Fiero"

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Z-Corp 6 años antes...

Refunfuñó de forma severa al ver las grabaciones de esa mañana.

—Señor Gustaf, esto ya me está preocupando.

Los guardias habían informado a Impa de la presencia de un chico extraño entrando y saliendo del edificio. La nana se hacía cierta idea de que se trataba y ordenó a los guardias no comentarle nada al señor Daphnes.

— ¿Crees que Zelda mintió?

—Si... pero no sé porque, ella no suele ser tan desobediente incluso si se trata de su padre...

Daphnes entró en la estancia y los miró a ambos con cara seria, Impa y Gustaf se levantaron de su sitio, era cierto que la Sheikah no quería meter al padre de Zelda en esto pero los tres consideraban que era sumamente peligroso que Zelda tuviera a un chico desconocido en su cuarto, el día anterior Impa había creído que su pequeña había dejado ir a su pequeño amigo y no la creía capaz de verdaderamente dejarlo ahí en su recamara.

Pero a la hora de la comida se había llevado una bandeja con dos platos, también sabía que odiaba profundamente comer a solas y que por tal motivo había soportado por tanto tiempo a su padre a la mesa. Éste último hecho fue el que la hizo entender que el chico escondido en el lobo seguía por ahí arriba.

Caminaron los tres juntos por el pasillo, Impa por delante y los dos hombres a cada lado, al llegar al piso treinta y salir del elevador colocó una oreja junto a la puerta de la recamara.

Adentro se escuchaban risas y uno que otro gritito desmedido.

—"No creo que esté jugando en solitario"— pensó de una manera confundida, no sabía cómo sentirse, era preocupante la actitud de Zelda pero también su corazón se había llenado de alegría al escuchar nuevamente la risa sincera de su pequeña que ya llevaba más de un año apagada.

Abrió la puerta con una llave secundaria que guardaba siempre para las emergencias y que cargaba desde el día anterior por temor a que Zelda no volviera abrirle de inmediato. Miró a sus espaldas con cierto recelo, la cara de Gustaf parecía confundida y la de Daphnes un tanto enojada. Exhaló de manera exagera y con paso lento entro en aquella alcoba.

Link y Zelda estaban jugando en la consola.

— ¡Me caigo!— gritaba Link de forma divertida.

— ¡Vuela!, ¡vuela!

— ¿Qué?

—Con "B" y "Arriba"

Nuevamente se escuchó una carcajada traviesa, estaban tan ensimismados que no se dieron cuenta de las tres presencias que los observaban desde sus espaldas.

El padre de Zelda carraspeó de forma sonora, y sólo hasta entonces los dos chicos dejaron de lado lo que estaban haciendo, se pararon del piso como un par de resortes y de un momento a otro Link vio ponerse a Zelda más blanca de lo que ya era.

Frente a él estaba la persona que el día anterior casi lo había descubierto y dos hombres desconocidos, uno más viejo que el otro, el más joven hizo una cara terrorífica y reprochosa, estaba tan enojado que las dos cejas que poseía se juntaron la una con la otra en lo largo de su frente.

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