XXIII: Limpieza.
Narra Elisa.
La punzada en mi cabeza me trae de poco a poco a la conciencia hasta que soy capaz de saberme sujetada por unos brazos que conozco bien, donde se que estoy a salvo.
Retazos de lo que casi ocurría hace no más de unas horas se hacen presentes. Unas manos ásperas y frías me obligaron a salir sin importarle lo mucho que le rrogaba soltarme; sentí tanto miedo e impotencia, nadie me escuchaba, ni yo escuchaba mis súplicas. Todos absortos en su mundo mientras casi me llevan. Me sentí atrapada en mi propio cuerpo, presa de las circunstancias. Jamás me había sentido tan vulnerable.
Mi respiración se vuelve errática y me desespero.
La sensación de que en cualquier momento volverá solo es opacada por los dedos de Lucas que imparten suaves y reconfortantes caricias en mi cabello y la protección que me brinda su otro brazo sujetandome de la cintura, manteniendome firme en su pecho.
—Gracias —susurro más tranquila pero aún así mi voz se escucha temblorosa. Anoche lloré tanto en sus brazos mientras repetía que ya todo estaba bien, que ya estaba segura, y le creí pero no puedo sacarme el terror de adentro.
Giro con suavidad sobre él, no quiero hacerle daño, y lo abrazo. Dejo mi cabeza en el hueco de su hombro sin querer enfrentar al mundo, sabiendo que él me cubrirá.
Lleva su mano a mi espalda para comenzar un suave masaje que logra relajarme. Me besa la coronilla.
—Parezco un mapache ¿no? —digo con voz queda. Tengo la mejilla pegada a su pecho.
—Si, pero uno muy lindo —asegura siguiendo con el masaje.
No se que ocurrió exactamente. Se que estaba con las chicas esperando a Lucas, Raquel y yo empezamos a tomar, luego Julieta mencionó algo que no entendí, el sonido se empezaba a distorsionar y el piso tambaleaba un poco pero pensé que en una fiesta en mi casa nada malo pasaría. Que estupida fui.
Inhalo profundo. El aroma, calor y tacto de Lucas es una mezcla de lo más exquisita, logra adormecer mis sentidos y llevarse casi todos mis miedos.
Es distorsionado el momento en que me llevo a rastras hasta el frente de la casa.
—Gracias por quedarte —ya no se cuantas veces le he agradecido pero se que nunca serán suficientes.
—Deja de agradecerme porque esto no es un favor, bonita —Sonrio sin ganas. Siempre me ha dicho así "bonita" y me gusta serlo para sus ojos.— ¿Quieres hablar de lo que pasó? —pregunta con cautela.
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No soy ciega [✔️]
Teen FictionElisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...