XXII: Instinto.
Narra Lucas.
No pensé, solo le di un puñetazo en la mandíbula porque no tolere lo que dijo, pero eso no justifica mi arranque impulsivo.
Al ser más conciente de lo que hice me alejo unos pasos. Una parte de mi se siente culpable y otra por el contrario quiere volver a golpearlo; hacer que se retracte de siquiera haberla mencionado, que le pida disculpas, aunque muy bien sé que eso es imposible.
Suelta una risita que solo me causan más ganas de romperle la nariz.
—Peleas como una nena —se mofa el idiota—. Ya enserio —me mira amenazante. No bajo la mirada— La próxima vez que vuelvas a levantarme la mano te la voy a romper, Lucas.
Ruedo los ojos.
No digo nada porque se que es verdad. Él sabe defensa, desde chico iba a clases así que ahora podría darme una paliza perfectamente, sin contar con el entrenamiento que seguramente recibe en su trabajo.
El ambiente es incómodo.
Se que me pase pero él tampoco se midió.
Dirijo mi mirada a un punto a su espalda. Hay una puerta abierta con la luz encendida, asumo que es el despacho.
—Disculpa —me obligo a pronunciar volviéndolo a mirar; ni siquiera se nota que lo golpeará, por el contrario, tiene una sonrisa de idiota— ¿Qué es lo divertido?
—Tú. —Aprito los labios— Más bien tu cara cuando la tienes cerca ¡hasta los ojitos te brillan! —se ríe escandalosamente.
—Fue a propósito —digo incrédulo.
—Por su puesto —afirma. Me giro apoyándome sobre una de las paredes—. ¿No creíste que sería un dato relevante ser novio de la chica?
—No somos novios y su nombre es Elisa.
—¿Amigos con derechos?
—¿Tú quieres que te golpeé de nuevo cierto?
Lo deja pasar. No estamos aquí para discutir como niños, se supone que él debería de cumplir con el rol de adulto responsable pero como veo que se fastidia sin molestar a alguien lo mejor que puedo hacer es ignorar lo que salga de su boca y no sea necesario para el propósito principal de la noche, el cual es encontrar pruebas que incriminen a Marcelo Gómez.
Cuando era pequeño me causaba risa su apellido, es un apellido muy común pero por alguna razón me causaba gracia y él jugaba a perseguirme por toda la casa por "mi falta de respeto". Casi todos los fines de semana su familia se la pasaba con nosotros o viceversa; sigo sin comprender del todo como pudo hacerle eso a su hermano de sangre, porque según decía, era eso de mi padre.
Los ojos me arden, aprieto los labios.
Le doy la espalda a mi primo, no quiero mostrarme como un niño perdido aunque en el fondo me sienta así.
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No soy ciega [✔️]
Fiksi RemajaElisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...