Cuando creces creyendo que tus posibilidades son limitadas a comparación del resto es difícil creer que existe en ello algo bueno, algún tipo de ventaja en la sociedad de hoy en día, porque a pesar de que se realicen campañas para crear conciencia en la población, la mayoría no le da importancia hasta que las vive o tiene a alguien cercano en esas circunstancias. Por eso cuando Raquel dijo que tal vez no pudiese asistir ya que le habían negado el permiso supuse que no era lo mismo dejar salir a tu hija vestida de lentejuelas que acaban antes de la rodilla sobre tacones de aguja que dejar salir a tu hija con su amiga ciega, he ahí un factor importante para nosotras. Porque la sociedad piensa que es un limitante a los placeres de la adolescencia.
Ser adolescente no es creerte un ser inmortal y lanzarte al vacío esperando sentir adrenalina corriendo por tus venas, es creer que el mundo es de dulce y el fin del mundo una tarea mal hecha y para eso no hay diferencias en clases o formas.
Esta sería una fiesta de la que posiblemente todos hablarían durante un buen tiempo y a mis amigas las fiestas les parecían un oasis en el que desinhibirse dejando las preocupaciones familiares de lado, sobre todo para Julieta, que aunque no lo comentase mucho, sabemos que tiene problemas con su madre.
Las chicas estaban un poco renuentes a la idea pero a pesar de ello las tres fuimos a su casa.
Nos encontrábamos en el cuarto de Raquel, tiradas en su suave cama.
—Sigo sin creer que accedieran... —suelta Julieta sorprendida.
— ¡Mil gracias, Isa! —exclama Raquel al tiempo que siento sus brazos rodearme.
Sonrío mientras correspondo el gesto.
—Espero que se diviertan —les digo sincera cuando nos volvemos a acostar.
—¿Cómo? ¿No vas a ir? —pregunta la chica cuyo nombre es sinónimo de tragedia romántica en la literatura.
—No creo —admito.
— ¿Por? —cuestionan
—Ando dopada y con nada de ganas para asistir —saben que me llego el periodo.
—Que mejor que una fiesta para dejar los males —atina Raquel.
—Eso dice mi abuelita —señala la otra.
—No me van a convencer de dejar plantada a mi bella cama por el estruendo de la música y adolescentes ebrios —digo intentando convencerme más a mí que a ellas—. Eso sin contar que Erick quiere una niñera para la hermanita de su conquista —ese argumento sin duda es sólido.
¿Quién accedería a desvelarse solo para ir de nana?
Raquel rompe el silencio después de un rato.
—Podríamos turnarnos una hora cada quien para checarla, después de todo se la pasara dormida... ¿Cuántos años tiene?
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No soy ciega [✔️]
Novela JuvenilElisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...