💙 Capítulo 33 💙

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XXXIII: Convenientemente solos

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XXXIII: Convenientemente solos.

Narra Elisa.

—¿Amor? —exclama mamá, sorprendiéndome por la preocupación impregnada en esa única palabra.

Las conversaciones de los demás cesan inmediatamente, algunas sillas se arrastran. No entiendo que ocurre.

—¿Qué sucede? —pregunto a nadie en particular, siento un peso asentándose en el pecho. No sé por qué, pero tengo miedo.

El silencio impregna la estancia por varios segundos que parecen eternos, imaginando las peores cosas. ¿Mamá está bien? ¿Por qué gritó así?

Abro la boca para repetir la cuestión debido a que no sé si me escucharon, antes de que produzca algún sonido, mamá me interrumpe.

—Cariño, a papá se le bajó el azúcar, lo llevaré con el doctor. No te preocupes —dice con una tranquilidad poco convincente—, no es nada grave —asegura—. Erick te llevara a casa.

—¿Papá? —le llamo. Quiero escucharle, necesito escuchar su voz y saber que esta bien.

Me levanto de la silla, pero antes de poder acercarme a la cabecera de la mesa las manos de Erick me toman del codo y me empujan con suavidad hasta lo que calculo es el pasillo.

—Enana, ella se encargará, lo mejor que podemos hacer es no estorbar e ir a casa.

—Dime que esta pasando —suplico porque sé que no me están diciendo la verdad. Algo le está ocurriendo a mi padre, pero ¿para qué alertar a Elisa? si ella es ciega y podemos mentirle; ese pensamiento escurre como veneno por mi torrente sanguíneo.

—Eso está pasando, se le bajó el azúcar y se desmayó —tiene sentido pero...

—¿Por qué gritó?

—Pues por el susto, pequeña desconfiada de su propia familia —no tienes idea de cuánto.

Pero en esto voy a confiar, tal vez mi reacción fue exagerada y ellos me están diciendo la verdad.

—Vayamos por un taxi.

—¿Por qué no volvemos con Lucas? —pregunto, no creo que haya inconveniente. Ellos dos convivieron durante todo el día y tal vez es tirar demasiado de la cuerda, como dice Raquel, pero hoy es mi cumple y no hay caso en ir en trasporte público cuando nuestro vecino —y mi novio— vive justo frente a nosotros.

Resopla sin verbalizar la protesta.

—¿Nos llevas? —escucho que pregunta Erick con tono de orden. No sé si reír o golpearlo.

Lucas acepta. Su brazo se enrolla en mi cintura y me conduce hacia fuera, de pronto el ambiente cambia drásticamente, el aire está helado con una ligera llovizna que a pesar de no empaparnos si cala hasta los huesos con las ráfagas de aire.

No soy ciega [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora