E L I S A
Ya acostada con el pijama que consiste en una blusa holgada manga corta y unos shorts no puedo evitar preguntarme si ¿Así se sintió cenicienta al finalizar su noche con el príncipe?
Un suspiro ensoñador se me escapa y es imposible reprimir la risa boba que le sigue.
El nudo en el estomago me provoca ansias y emoción de tan solo pensar en Lucas.
Las pastillas me salvaron la noche pero intensifico el sueño por lo que por mucho que quiera seguir rememorando la noche caigo en el mundo de los sueños.
Príncipe.
Príncipe Azul.
¿Cómo se llamaba?
Mm... ¿Arturo? No, ese es de Aurora. ¿Erick?... ¡No! Ese es mi hermano y le pusieron por el de la sirenita. Sirenas.
—Dicen los piratas que...
— ¡Ah! ¡¿Piratas?! —Grito aterrada interrumpiendo a Erick por la mención de esos hombres que siempre impiden que la princesa se reúna con el príncipe.
—Si, Isa pero son buenos.
—Ah ok.
—Bueno, decía que los piratas que seguían las órdenes del capitán Barba roja habían encontrado a una sirena de cabellos oscuros...
— ¿Cómo el mío? —tomo un mechón de mi cabello y lo admiro.
—Si, enana, como el tuyo. Esta sirena cantaba muy bonito y un día un marinero se enamoro de ella, ella le correspondió por lo que quedaron un día ir a visitar a la familia de la sirena. Pero el capitán se entero y en secreto mando una tripulación a seguirlos...
— ¡Ah! —jadeo sorprendida y preocupada.
—Los iban a capturar a todos y ofrecerlos al rey como tributo. Cuando los piratas los tenían localizados se lanzaron al mar con armas de todo tipo para acabar con ellos, el marinero defendió a su amada pero al no llevar nada con lo que defenderse fue acorralado por uno de los piratas que le apuntaba con su espada, antes de que esta lo atravesara la sirena lo empujo y ella recibió el impacto.
— ¡No! —chillo—... ¿murió?
—Si —contesta con pena.
—¡Eso es muy triste!
Mi hermano me ve como si lo mejor estuviese por llegar.
—Dice la leyenda que esa sirena era hija del señor de las aguas por lo que ella no podría morir, la venganza estaba en que reencarnaría como una humana y que el día que volviera a casa se convertiría de nuevo en lo que siempre había sido, una sirena; recuperando el amor del marinero.
— ¿Tu crees que sea una sirena? —le pregunto emocionada ante la idea.
—Solo hay una forma de saberlo —se encogió de hombros.
— ¡Mami! ¡Papi! ¡Mami! ¡Papi! Ya sé que quiero para mi cumpleaños —grito corriendo a la cocina donde mamá está preparando la comida y papá la está ayudando picando unas verduras.
Cumpleaños. Playa. Arena. Agua. Cielo.
— ¡Aah! —reacciono al escuchar a mi hermano gritar.
Siento como mi cuerpo impacta contra la ventana y todo se vuelve negro.
Golpe. Dolor. Oscuro.
Despierto con la respiración agitada y mis manos vuelan palpando la zona de la cabeza comprobando si me encuentro bien.
Ese sueño de nuevo.
Cierro los ojos con fuerza y coraje.
Inhalo y exhalo continuamente hasta lograr calmarme del todo, me doy cuenta que estuve llorando cuando mi respiración vuelve a ser regular y toco mis mejillas empapadas.
De pequeña fue más seguido, soñaba lo mismo todas las noches. Mi sueño es tan retorcido que llegue a pensar que la bruja de Hansel y Grettel se colaba en mi sub consiente, mi sueño es como una casa de dulces que atrapa a su víctima sin piedad, un señuelo que te hace creer que es seguro cuando es todo lo contrario pero cuando te das cuenta ya no hay forma de huir.
Mi mamá se extraño de que pudiese recordar el momento ya que apenas tenía cuatro años hasta que la psicóloga aclaro que ese tipo de traumas no se suelen olvidar ¡Viva los traumas!
Tallo mis ojos limpiando los rastros que evidencien mi llanto.
Voy al baño y lavo mi cara que seguramente luce horrible después de desvelarme y amanecer así. Lavo mis dientes y opto por una ducha.
Al salir me visto con unos shorts de mezclilla y una blusa holgada.
Una vez siento que vuelvo a ser yo y no esa niña asustada bajo al comedor.
Escucho las voces de mis padres un tanto alteradas, últimamente han tenido que quedarse hasta tarde en el trabajo por lo que supongo estarán saturados y a pesar de que mamá impuso la regla de No traer los problemas del trabajo a la casa últimamente esa regla es ignorada, al menos cuando creen que no los escuchamos.
— ¡Hola, hola! —saludo asiéndoles saber de mi presencia.
—Hola, cariño —dice mamá cambiando el tono—. Por lo visto se divirtieron ¿eh?
Me rio.
—Si, estuvo bien —confieso e inmediatamente pienso en Lucas pero intento mandar todo eso a un lugar recóndito de mi mente porque soy muy obvia; así que no hay que pensar en el hecho de que estuve platicando toda la noche con el vecino, que bailamos juntos y mucho menos que regresamos juntos. ¡Para! Te vas sonrojar.
— ¿Solo bien? —pregunta sospechosamente mi padre siguiéndole la corriente a mamá.
Rayos y centellas.
—Eh, si —rasco mi barbilla y me siento donde siempre—. No hubo nada nuevo en la fiesta, un par de chicos inconscientes, otros haciendo sonidos extraños con la boca —menciono a lo que ambos ríen— y ya.
Ambos saben lo que es una fiesta adolecente por lo que no tiene caso mentir y eso fue un buen argumento para que no pregunten mas.
—Hola familia —Dice Erick en un casi imperceptible susurro muestra de su borrachera de ayer — ¿Qué hay para desayunar?
—Hot cakes con jugo de naranja —avisa con sorna mamá.
Río por lo bajo al tiempo que Erick emite un quejido pero no dice nada más.
Arrastra la silla y comemos en silencio.
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No soy ciega [✔️]
أدب المراهقينElisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...