Elisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...
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XXI: Hipnotizar.
Narra Lucas.
No dormí la noche anterior, la culpa y los nervios no me dejaron. Me tuve que convencer que no estoy haciendo algo tan malo.
Solo buscaré pruebas incriminatorias en la casa de la chica a la que quiero.
La conciencia no me ayuda.
Hoy fue la graduación para los de último curso y por lo poco que se de sus costumbres no desperdician la oportunidad de hacer fiestas y emborracharse, si lo hacen cuando no hay motivo seria ilógico que no festejaran en grande por última vez. Creo que esa a sido la única razón de que Erick no se halla enterado de que su hermana es mi... aún no lo defino.
Creo que ella quiere que formalicemos pero...
¿Que tan hipócrita sería si le pidiera ser mi novia cuando quiero undir a su padre?
La música suena casi en toda la manzana. Varios autos estacionados delatan que ya están llegando. Caminando hacia la casa de enfrente es obvio que la fiesta ya comenzó.
Nunca fui un chico que le agradará estar de fiesta en fiesta. En mi anterior escuela no era el más popular, tampoco el típico nerd. Creo que siempre he mantenido un bajo perfil pero sin llegar a extremos. Hasta que comence a salir con Isa, más o menos hablo con sus amigos, pero con el único chico que me llevo realmente bien es Carlos, lo he invitado varias veces pero él es más renuente que yo a salir de la casa.
—¿No crees que resulte extraño que me lleves? Tal vez sea mejor que no nos presentes y me haga pasar por alguien que se coló —propone Robert.
—No, es mejor que se conozcan. Casi todos son de la escuela y resultará extraño ver a un adulto por ahí.
—¡No estoy tan viejo! —reclama la juventud de mi primo—, además, en una fiesta como esa —señala la casa— nadie tomaría a mal mi presencia. Soy como el moja bragas.
Lo detengo tomándolo del hombro. No crei tener que aclarar esto pero mejor hacerlo ahora.
—La mayoría de esas chicas son menores de edad, Robert —digo serio.
Me lanza una mirada de incredulidad —¿Tan idiota me crees? Jamás me metería con una chiquilla —dice en el mismo tono.
—Lo lamento.
—No deberías tomarte todo lo que digo en serio, a veces fastidia.
Resoplo.
Estos días que se ha quedado con nosotros han sido agotadores. Es familia y se que cuento con él pero su sentido del humor, tomarse todo tan a la ligera me estresa.
Antes de que llegara mi madre quedamos en no decirle nada hasta tener algo más sólido; ya se llevó muchas decepciones con la promesa de limpiar el nombre de mi padre, recuperar parte de la empresa a la que le dedico tantos años de esfuerzo y al final nada de eso sucedió. No le quiero romper el corazón otra vez.