Elisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...
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Por la tarde quedamos en ir a casa de Raquel para recuperar nuestras mochilas.
—Ya no te hagas ¡Cuenta! —insiste la borracha de turno.
— ¡Bueno ya! ¡Si me gusta! —confieso resignada ante el interrogatorio de mis amigas con dotes de vecinas de barrio.
— ¡Lo sabia! —grita eufórica—. Me debes un café, Julieta —dice burlona a lo que me quedo sorprendida.
—Apostaron —afirmo incrédula.
—Supuse que perdería en cuanto me aviso que se iría con él —suspira resignada por su pérdida pero con un toque de emoción.
— ¿Cómo es que Erick y tú terminaran borrachos? —después de un rato pregunto a Raquel porque Erick no fue capaz de articular palabra que no fuese para pedir comida y paracetamol.
—Lo último que recuerdo es que estaba bailando con uno de los strippers y nos pusimos a beber ya muertos de sed, luego aparecí en mi auto —relata un tanto cómica por lo que reímos.
—Ah ¿entonces estaba contigo Julls o te lo encontraste de pasada? —estoy un poco intensa pero me causa inquietud el hecho de que estuviese tan apagado tal vez no por la resaca sino porque Emilia lo hubiese bateado de nuevo. Si, sé que soy una hermana muy metiche pero me preocupo por el idiota.
No responde en seguida por lo que no se qué pensar, probablemente tampoco recuerda mucho.
—Eh, me lo encontré tirado con una botella en mano.
—Que novedad —señala Raquel con sorna. Es bien sabido por todos que Erick es de buen beber aun que no a los extremos de quedarse inconsciente.
—Siento que hayas tenido que cargar con el paquete que es un hermano borracho.
—Neh no es nada —desestima—. La más pesada fue Raquel que opuso resistencia.
—No recuerdo —se justifica la aludida.
— ¿Ni el numero de un tal Francisco? —reta Julieta con burla.
Escucho la risa de Julieta.
— ¡Te pusiste colorada! —señala.
Mis comisuras se elevan en una sonrisita diabólica.
— ¡Cuenta! ¡Cuenta! ¡Cuenta! —canturreo dando brinquitos en la cama.
—Es un chico que me pidió informes para el taller de danza—ese es el peor pretexto que pudo dar ¿Quién pide informes en una fiesta?
—Aja nacimos ayer.
—Seguramente un chico te preguntara por el taller de danza en medio de una fiesta, en la que puedo apostar, lucias tremendamente sexi —le digo con total descaro ante la desfachatez de su mentira.
— ¡Ahg! —se queja—. En realidad si —suena tímida—, es de primero por lo que al pobre se le trabo la lengua antes de articular algo coherente, no sé, me parecía una ternurita con su camisa de cuadros —se ríe— mm... me conto que le gustaría pertenecer al taller pero no sabía si había que tener experiencia y cosas así.
Se calla.
—Te gusto —adivina Julieta.
—Si —confirma después de un rato.
— ¡Vaya!... Fue la fiesta de los me gusta —se carcajea Julls.
En los años que tengo de conocerlas nos hemos vuelto como los tres mosqueteros. Muchos piensan que las mujeres son unas malditas entre ellas, no lo creo, tengo amigos si, los del equipo y me atrevo a decir que muy buenos pero no les compartiría lo mismo que a estas dos locas. Por lo que se lo difíciles que podemos ser con los chicos y me toma totalmente desprevenida el descubrir que en una sola noche dos de tres hayan caído ante los encantos del sexo opuesto.
Raquel es de las que les gusta pasarlo bien pero no como para ponerse nerviosa y mucho menos sonrojarse —Julieta señala cada gesticulación al momento de un interrogatorio para mayor entendimiento de mi parte y sufrimiento del interrogado— por lo que o el chico estaba increíblemente guapo o por fin le intereso alguien y su actitud me hace pensar que es lo segundo.
Y yo que me he jactado de no caer ante los encantos del género masculino por el simple hecho de no sentirme preparada para nada que los involucre más allá de una amistad puedo asegurar que me gusta Lucas.
Fantástico, simplemente fantástico.
Me rio siguiendo las aun sonoras carcajadas de Julieta.
Las tres reímos ante semejante descubrimiento de una sola noche.
Al volver a casa realizo el ensayo de inglés en mi portátil y escucho los videos que me indicaron los profesores de las diferentes materias.
Mi fin de semana transcurre con normalidad y no es hasta el lunes por la mañana que los nervios están a flor de piel y el nudo en mi estomago vuelve a aparecer.
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