💙 Capítulo 29 💙

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XXIX: Regalo

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XXIX: Regalo

Narra Lucas.

Estoy absorto contemplándola tan fresca, tan viva, tan ella.

Al retirarse la sudadera y dejar al descubierto ese lindo vestido que no da mucho a la imaginación por su transparencia. Un bikini blanco en ese cuerpo tan endiabladamente ardiente, que a pesar de aun no lucir en su totalidad, no es justo y la molesta presión en las bermudas lo confirma, toma mucho autocontrol y varios minutos para que eso desaparezca. 

Elisa siempre luce preciosa y no es la primera vez que provoca estas reacciones en mi cuerpo pero no a plena luz del día llegando a una playa que falta nada para que este atestada.

No sabía si agradecer o maldecir cuando llegaron los demás, una parte de mi se sintió aliviada al saber que si o si tendría que bajar mi calentura porque sino su hermano armaría un alboroto y otra, gruñir porque ¡Carajo! Se estaba haciendo un momento muy intimo; me reí cuando dijo lo de ponchar las llantas porque opinaba lo mismo.

No le podía quitar las manos de encima importándome poco la mirada furiosa de su hermano mayor hasta que dijo que quería hablar con ella, la solté pero manteniéndome cerca, escuchando toda la conversación sin reparar en ello hasta que menciono el bufete.

—En los archivos que encontró tu amigo no hay nada de relevancia —digo desganado, sin querer ahondar en el tema porque el enojo y frustración vuelve.

—¡Por una mierda! —exclama alterado e igual de molesto a como me sentí. De regreso a la casa con paso lento y pesado se que va cavilando ideas, o al menos eso espero porque ahorita todo lo veo a través de un lente rojo y quiero algo a lo que aferrarme, un plan, algo, lo que sea.

—¿Nada? ¿Alguna idea? —pregunto viendo la casa a varios metros, desesperado, ansioso.

Resopla dudando —La otra fuente de información es el bufete. Lucas, cuando se mudaron querías olvidar todo esto, dejarlo estar y continuar, pienso que sería lo mejor volver a eso.

—Bien, dile a tu amigo que haga lo mismo —digo resuelto, ignorando el último comentario que a pesar de ser verdad ya no puedo, no puedo ignorar que mi padre fue asesinado, saber al culpable y vivir como si nada.

—Le comentare —acepta rendido— pero eso no creo que lo quiera hacer, una cosa es el ordenador de una casa, otra el de un negocio. Este hombre no tardo mucho en descubrir que se metieron a sus archivos, a estas alturas Marcelo a de estar contratando a lo mejor de lo mejor en antivirus y esas cosas.

Ya dispárenme ¿no?

Sonrió, burlándome de mi suerte porque de otra forma patearía el bote de basura de la esquina.

—¿Y si por alguna razón pudiese llegar a el, hay forma de acceder? —formulo pensando en cómo lograr que la chica de ojos miel y sonrisa dulce me lleve a ese lugar.

No soy ciega [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora