RECUERDO

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Al día siguiente Diego se levantó temprano, estaba ansioso por volver y entrenar, también estaba hambriento ya que gracias a su padre se fue a dormir sin cenar.

Se preparó un gran desayuno, lo engulló y se disponía a atravesar su sala cuando lo vió, volvió a ver a su padre durmiendo en vómito, aquel vómito era abundante, se formaba un charco que bañaba su cara hasta su pecho.

Por poco le hace volver lo que desayunó, pasó sin volver a mirarlo y se fue directo al colegio.

Ya en el colegio, antes de que empezara la clase, Evelyn apareció.

— Hola Diego, ¿Todo bien? —

Se veía tan tierna al preguntar que lo hizo tartamudear.

— Cla... Claro que todo esta bien. ¿Por... Por qué no debería estarlo? —

— ¿Que quería el joven que vino ayer? — No podía evitar preguntar.

Diego no podía decirle que tenía poderes y que José vino para presentarlo con otros como él, aquella reunión tendría que permanecer en secreto.

— ¿Recuerdas que me dió una dirección la última vez que lo vimos? —

— Si ¿Qué con eso? — Aumentó su curiosidad.

— Pues me llevó a una academia de defensa personal —

Sólo eso se le ocurrió en poco tiempo, parecía que no la había convencido pero cuando iba a hacerle otra pregunta, la profesora la interrumpió con su ingreso.

Al final de la clase, Diego ansiaba ir a aquel lugar pero tenía que organizarse primero y Evelyn lo alcanzó en la salida.

La conversación fue como los días anteriores, trató de sus planes y ocio de ambos.

— Diego ¿Estarás ocupado mañana? — Preguntó

— Si, practicaré en la academia hasta tarde — Priorizo el entrenamiento.

— ¿Por algún motivo en especial? — Continuó preguntando.

— Con lo que pasó creo que es lo mejor — Respondió desilusionándola.

Al llegar a su casa, no encontró a su padre pero si su vómito cubierto parcialmente por la frazada, el olor a alcohol y jugos gástricos reclamó el lugar como suyo provocandole arcadas.

Que asco, al menos lo hubiera tapado con tierra — Pensó ya que no podía hablar.

Tomó mucho tiempo limpiarlo y tomó aun más el desaparecer aquel desagradable olor.

Estando cerca la culminación de su último año escolar, no podía descuidarlo, se propuso asistir al entrenamiento cuando hubiese terminado con sus deberes, después de todo, no es como si necesitara ser fuerte en poco tiempo.

Al día siguiente, después del almuerzo, Diego llegó a la casa de José, él lo recibió mientras Héctor y Sergio hacían ejercicios de calentamiento.

— Que bueno que vuelvas, ya se como empezar contigo — Habló José haciéndolo pasar.

Cuando llegó a la cancha vió unas pesas de tobillos y muñecas tiradas.

— Tuviste suerte que tus poderes surgieran cuando estabas en peligro, no podemos esperar o arriesgarnos a que eso te pase otra vez — Le aseguró.

— Me los pongo y luego correré — Dijo desanimado.

— Te los pondrás, calentaras y luego te enseñaré a pelear — Se lo dijo con un débil golpe en el hombro animandolo.

Diego recogió las pesas, aquellas pesaban 5 kilos cada una, se las puso y empezó a correr alrededor de la cancha unas 5 vueltas.

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