Parte 13

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Parecía un león enjaulado, paseándose de un lado a otro dentro de aquel lujoso despacho. Quizá marcharse así de su propia empresa no había sido lo más correcto, pero le había dejado un mensaje a Gaara con su asistente y este le había respondido vía WhatsApp que no pasaba nada, que estaba todo bien y que él se encargaría.

Agradeció una vez más el poder contar con tan buenos amigos.

Oyó abrirse la puerta y se giró. Su mejor amigo, Sasuke Uchiha, arqueó las cejas al ver el estado tan lamentable que debía de presentar en aquellos momentos: el traje arrugado, la corbata desanudada, la camisa desabrochada y el pelo revuelto de tantas veces que había pasado las manos por él, intentando así aplacar su nerviosismo.

―Vaya, estás fatal, dobe. ―Naruto gruñó.

―No estoy para bromas, teme. ―Sasuke, sin apartar la vista del Uzumaki, se dirigió a paso lento hacia su escritorio, dejándose caer en el sillón de cuero que había tras el mismo. Con un gesto de la mano le indicó a Naruto que hiciera lo propio en una de las sillas que estaban delante de la mesa. Naruto obedeció y su cuerpo se desplomó sobre el mullido asiento.

Sasuke lo estudió durante unos minutos más, preguntándose el por qué Naruto habría ido a verlo de forma tan intempestiva. Normalmente, hacía falta pedirle una cita para poder verlo en persona, aunque con el rubio siempre había hecho una excepción, no por nada eran mejores amigos desde que ambos tenían memoria para recordar.

―¿Y bien?―Naruto se mordió el labio inferior.

―Esperaremos a Shikamaru, si no te importa. ―Sasuke ladeó la cabeza.

―¿Llamaste también a Nara?―Naruto tragó saliva y asintió.

Shikamaru Nara era otro de sus amigos más cercanos, abogado al igual que Sasuke, aunque se dedicaran a especialidades distintas: Sasuke era abogado de la empresa de su familia, aunque de vez en cuando cogía casos de lo más diversos para ir al juzgado, según él así no perdía la emoción por su trabajo. Shikamaru, por otro lado, era abogado penalista. Su inteligencia le permitía sacar del apuro a personas cuyos casos parecían imposibles de defender.

Naruto sabía que ninguno de sus dos amigos era especialista en el caso que lo ocupaba en estos momentos, un caso que podría destruir a su familia, todo lo que había logrado construir y mantener durante aquellos años. Algo a lo que no estaba dispuesto. Pelearía con uñas y dientes de ser necesario.

A los pocos minutos de estar ambos hombres sumidos en silencio, cada uno en sus pensamientos, se abrió la puerta y entró una tercera persona, quien Naruto esperaba. El rubio se levantó de un salto y saludó a Shikamaru, que alzó las cejas, intrigado, al ver el deplorable aspecto del Uzumaki.

―Muy bien, ¿a quién has matado?―Naruto parpadeó.

―¡¿Pero qué dices?! ¡No he matado a nadie'dattebayo!

―¿En serio?―preguntó Shikamaru, escéptico, yéndose a poner al lado de Sasuke, quién también se había puesto en pie para recibirlo. Ambos abogados se saludaron para luego volver a centrar toda su atención en Naruto.

―Honestamente, yo también me lo preguntaba. Si no, ¿por qué otra razón llamarías a dos abogados, uno de ellos penalista?―Naruto murmuró entre dientes algo que sonó como "Malditos, y para eso tengo amigos".

Cerró los ojos, respiró hondo y decidió soltar la noticia de golpe.

―Sakura ha vuelto. ―El silencio reinó en el despacho durante unos largos y angustiosos minutos. Shikamaru fue el primero en reaccionar.

―Vaya. Problemático. ―Naruto tragó saliva y comenzó a dar vueltas de nuevo por la habitación. Sasuke, cuya expresión se había convertido en una pétrea máscara de la más pura frialdad, clavó los ojos en su mejor amigo, adivinando quizá sus pensamientos.

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