Parte 14

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Naruto cerró la puerta tras de sí de un portazo, llevándose los dedos al puente de la nariz, para apretarlo y masajearlo, maldiciendo en su mente una y otra vez la imprudencia y la osadía de Sakura al plantarse en la puerta de su casa para sembrar todavía más caos e incertidumbre.

Se descalzó con movimientos lentos y subió las escaleras, con los hombros hundidos, buscando a Hinata. Necesitaba abrazarla, necesitaba decirle que todo estaría bien, que nada malo ocurriría, que Sakura ya se había ido y que no volvería...

Paró en seco al escuchar la dulce voz de su esposa cantando una nana, seguramente intentando que Himawari se durmiera. Se apoyó contra la pared, con los ojos cerrados y una suave sonrisa en su rostro, disfrutando él también de la canción infantil. Esperó a que la melodía terminara y entonces abrió los ojos, incorporándose al minuto en que vio a Hinata salir del cuarto de su hija. Dio dos pasos hacia ella.

―Hinata-chan... ―Vio como el cuerpo femenino se tensaba y volvió a maldecir a Sakura en su mente por enésima vez―. Mi amor...

―V-voy... voy a preparar la merienda. Los niños... ―Intentó huirle, pasando de largo, pero Naruto se lo impidió, interponiéndose en su camino y apretándola contra él, encerrándola en un abrazo desesperado.

―No hagas eso―susurró―, no me alejes, no... ―Respiró hondo, enmarcando el pequeño y ovalado rostro entre sus manos, acunándolo con cariño. Retiró con los pulgares un par de lágrimas que bailaban en los párpados femeninos, amenazando con derramarse―. No dejes que te afecte―susurró, acariciándole las mejillas con ternura―, no dejes que lo que esa mujer diga nos afecte; no la dejes entrar, Hinata, no en nuestra casa, en nuestro matrimonio. ―Hinata se mordió el labio inferior, con nuevas lágrimas anegando sus orbes perlados.

―N-no puedo evitarlo. ―Hipó, tapándose la cara con una mano, comenzando a temblar. Naruto apretó la mandíbula, volviendo a abrazarla contra él. Hinata aferró las manos a su camisa, arrugándola y enterrando en rostro en la tela, mojándola con su patético llanto.

Sentía miedo, tanto miedo... pánico, en realidad, a lo que Sakura podría llegar a hacer, a lo que podría ocurrir si realmente se empeñaba en convertir en reales sus amenazas. Naruto la abrazó con más fuerza, bajando la cabeza para besarla ahora con desesperación, con necesidad, transmitiéndole con sus labios todo lo que no era capaz de expresar con palabras: su amor, su agradecimiento... todo lo que tenía, todo lo que era, se lo debía a esa preciosa mujer que tenía entre sus brazos, a Hinata. Sin ella no habría sabido como tirar para delante, como hacer para superar y sobrellevar todo lo por lo que tuvo que pasar a raíz del abandono de Sakura.

Cuando se separaron él la miró y, sin decir nada más, volvieron a besarse. Naruto anduvo con ella hasta penetrar en la habitación que ambos compartían, sin dejar en ningún momento de devorar sus labios. La guio hasta que la sintió chocar contra el borde de la cama y allí la recostó sobre la colcha, suavemente, dejando el calor de su cuerpo tan solo para deshacerse de la americana y la camisa. Hinata lo ayudó y después fue el turno de él de desnudarla, de quitarle el vestido y el jersey de cuello vuelto que ella llevaba puestos, así como las medias que cubrían sus piernas.

Subió por su cuerpo para besarla de nuevo, poniéndose a horcajadas sobre ella, gimiendo al sentir sus suaves curvas rozarse contra él.

―Te amo―le dijo, mientras se deshacía del sujetador y besaba el valle entre sus pechos. Hinata cerró los ojos, suspirando, disfrutando, acariciando la recia espalda masculina, sintiendo sus músculos tensarse y destensarse a causa de los movimientos que él hacía para acariciarla, para besarla.

―Yo también te amo―le contestó, abriendo sus ojos perlas para mirarlo, con una dulce sonrisa en su rostro. Naruto se lanzó a besarla una vez más, rogando por poder hacerlo durante muchos, muchos años más.

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