Parte 8

720 64 24
                                    

―Eres idiota. ―Naruto fulminó a su mejor amigo con la mirada―. Escapaste como un cobarde. Eres idiota. ―Naruto gimió, llevando las manos hacia su frente, frotándosela con desespero.

Sasuke tenía razón: era un idiota.

Después de haberse dado el beso más maravilloso de toda su vida con una chica igual de maravillosa había huido de ella como la peste tras declararle sus sentimientos. Pero es que no habría sido capaz de soportar que ella lo rechazara. Hinata era demasiado importante, demasiado especial para él, y si por su impulsividad se jodían las cosas entre ellos sería un duro golpe a superar.

Shinachiku hizo un sonido como de risa y su padre lo miró: el niño estaba la mar de tranquilo en los brazos de Sasuke, mientras ambos amigos veían el canal de deportes en la casa del rubio. Naruto no pudo evitar sonreír ante la imagen.

―¿Sabes? Nunca imaginé que un bebé se viera tan bien en ti'dattebayo. ―Sasuke bufó pero no dijo nada. El timbre sonó y Naruto se levantó a abrir.

Era viernes por la noche, sus padres habían ido a cenar por ahí y al cine mientras que él había sido capaz de organizar una quedada en casa con sus amigos. Había comprado kilos y kilos de cerveza, refrescos, bolsas de patatas fritas, galletitas saladas y, además, luego encargarían comida a domicilio, todo ello mientras disfrutaban de los partidos amistosos previos al mundial de fútbol, el cual no tardaría en empezar.

En la puerta aparecieron Shikamaru, Gaara, Suigetsu, Jūgo e, incluso, Sai. Naruto había decidido invitarlo por el dicho aquel de "mantén cerca a tus amigos pero más a tus enemigos". Sabía que el paliducho se llevaba muy bien con Hinata y, por más que todos le dijeran que su interés amoroso estaba en Ino y no en la Hyūga, seguía sin gustarle que pasara más tiempo con Hinata que él mismo.

―¡Chicos!―Entraron todos en tropel, saludando y descalzándose.

―Gracias por invitarme, Naruto. ―El aludido le quitó importancia con un gesto de la mano.

―Eres mi amigo también'ttebayo.

―¿Ha empezado ya?―preguntó Suigetsu.

―Aún no. Todavía están con los análisis previos. ―Llegaron al salón y cada uno se fue acomodando en un sitio. Suigetsu soltó una carcajada al ver a Sasuke cargando a Shinachiku con extremo cuidado.

―Di algo y estás muerto―lo amenazó el Uchiha. Suigetsu levantó las manos, todavía con la sonrisa bailando en sus labios.

―Tranquilo, hermano. No diré nada―sacó su móvil y lo apuntó hacia el pelinegro―. Tan solo inmortalizaré este momento para la posteridad.

―Hmp. ―Naruto y Shikamaru rieron al ver la expresión de Sasuke, sin embargo, este no hizo movimiento alguno de lanzarse sobre Suigetsu para impedirle que sacara la fotografía. Por nada del mundo molestaría a Shinachiku. El bebé se sentía demasiado bien en su regazo.

Pronto los chicos se vieron sumergidos de lleno en el partido que se retransmitía por la televisión. Suigetsu estaba armando escándalo, gritándole a la pantalla cada vez que le venía en gana. Shinachiku reposaba ahora en su tumbona, durmiendo cuál angelito. Alguno de los allí presentes se preguntaba cómo era posible que el niño fuese capaz de dormir con semejante barullo.

Naruto intentaba concentrarse en la tele, reír los chistes de sus amigos, discutir con Sasuke y con Sai, el cual tenía un extraño y retorcido sentido del humor, así como burlarse de Shikamaru. Pero su mente volvía una y otra vez a la breve conversación que había tenido con Sasuke.

Ya había reconocido que era un idiota, eso lo tenía más que claro. Pero, dejando a un lado su pánico a que Hinata lo rechazara, tenía otros motivos para haberse alejado de ella nada más compartir aquel momento tan esperado por él.

VínculosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora