Parte 10

854 66 12
                                    

―¿Qué harás durante la semana de vacaciones?―Naruto se terminó su bebida y miró para Shion.

Estaban en la cafetería, él, ella y Gaara. Habían quedado para terminar un proyecto y ahora estaban tomándose un descanso.

―No lo sé, la verdad. ¿Tú tienes planes?―Por toda respuesta Shion sonrió.

―Unas amigas y yo hemos alquilado un piso cerca de la playa. ¿Gaara?―El aludido se encogió de hombros.

―Supongo que estudiaré. ―Shion rodó los ojos.

―Eres un aburrido, ¿lo sabías?

―Me lo dicen a menudo. ―Naruto rio.

―Oye, ¿y tampoco has hecho planes con tu chica?―Naruto se rascó la nuca y suspiró. La verdad era que últimamente apenas había tenido tiempo de ver a Hinata. Las obligaciones de ambos eran demasiadas y no parecían encontrar el momento para quedar y poder verse.

―Lo cierto es que no. ―El tono cortante en que lo dijo le indicó a Shion que mejor no siguiera preguntando.

Pero la cuestión siguió rondando la cabeza de Naruto lo que quedaba de día. Se moría por ver a Hinata, por abrazarla, por besarla, por tocarla... Sacudió la cabeza y metió la llave en la cerradura.

―Ya estoy en casa―dejó salir, en tono desganado. Kushina se asomó al vestíbulo y alzó una ceja al ver el estado abatido de su hijo.

―¿Un día duro?―Naruto se descalzó, dejó caer su bolsa en el suelo y se acercó a su madre.

―Algo así. ¿Y Shinachiku?

―Tu padre lo está bañando. ―Naruto asintió y se dirigió a la cocina a por algo de comer. Minato solía disfrutar muchísimo cuando le tocaba bañar a su nieto, por lo que tanto Naruto como Kushina procuraban no inmiscuirse cuando Minato lo bañaba, era su momento abuelo-nieto―. Te pasa algo'ttebane. ―Naruto suspiró y se giró a su madre. Se rascó la cabeza, sopesando si contarle sus preocupaciones o no.

Su madre era una mujer, dotada de la experiencia que otorga la edad, su padre y ella no habían tenido una relación lo que se dice fácil, pero ahí estaban años después, juntos y felices. Decidió que pedirle consejo a su progenitora no sería mala idea.

―Mamá, papá y tú... ¿alguna vez habéis sentido como que... os distanciabais?―Kushina pestañeó. Luego ocultó una sonrisa y se sentó en una banqueta de la isla de la cocina, intuyendo que aquella conversación sería importante.

―Sí, más de una vez.

―Y... ¿cómo lo... solucionasteis?―Kushina sonrió con ternura.

―Bueno, en nuestro caso... sabes que yo soy de carácter fuerte―aquello era poco para describir el genio que se cargaba su madre cuando se molestaba o se enfadaba por algo, pero optó por callar y escuchar―, por lo que siempre terminaba yendo a buscarlo y le reclamaba por tenerme abandonada. La mayoría de las veces él me replicaba y terminábamos discutiendo, pero al final siempre conseguíamos arreglarlo. Esperábamos un par de días y luego nos llamábamos y nos disculpábamos el uno con el otro. ―Naruto asintió―. ¿Pasa algo con Hinata-chan?―Naruto negó.

―No... exactamente. Es solo que... casi no podemos vernos y... ―Kushina asintió, comprendiendo.

―¿Por qué no organizáis algo para la semana de vacaciones? Una pequeña escapada. Tu padre y yo nos quedaremos encantados con Shinachiku, sabes que no nos importa. ―Naruto suspiró.

―¿Y a dónde la llevaría? No hay tiempo para organizar nada especial o romántico...

―Iros a la casa de tu abuelo. A ti te encanta ese lugar y tiene playa. ―Naruto abrió los ojos como platos ante la sugerencia. No había caído en eso, en que disponía de un destino a su alcance y totalmente gratuito.

VínculosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora